UNA TRAICIÓN ANUNCIADA: LA DECENA TRÁGICA

Estamos acostumbrados a recordar esta fecha, como una apología hacia el Sr. Madero, quien casi indefenso, fue expuesto al martirio a través de la traición y el engaño de sus colaboradores, aprovechándose de su bondadosa actitud, sencillez y sentido humano. Pero en realidad, este hecho fue el resultado de un choque de intereses de las cúpulas del poder ante las nuevas condiciones económicas, políticas y sociales que presentaba el país.
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por Luis de Luna Mendieta

Este año conmemoramos el 110 aniversario de uno de los hechos más reprobables y vergonzosos que han sucedido en nuestro país en el terreno político, “La Decena Trágica”, evento que encierra: errores, traiciones, torpezas, la falta de visión social y política de sus participantes. Estamos acostumbrados a recordar esta fecha, como una apología hacia el Sr. Madero, quien casi indefenso, fue expuesto al martirio a través de la traición y el engaño de sus colaboradores, aprovechándose de su bondadosa actitud, sencillez y sentido humano. Pero en realidad, este hecho fue el resultado de un choque de intereses de las cúpulas del poder ante las nuevas condiciones económicas, políticas y sociales que presentaba el país.

Ciertamente, es verdad que Madero pagó con su vida el haber encabezado este movimiento y desencadenado el rompimiento de la sociedad porfirista, pero si nos quedamos ahí, con solo esa visión, estaríamos cayendo en un gran error, en un juego maniqueo que nos impediría ver las verdaderas causas que ocasionaron este lamentable —pero previsible— hecho.

Yo podría decir, sin quitar méritos al Sr. Madero, que esto no fue producto únicamente de la traición de un hombre como Victoriano Huerta, sino de él mismo, ya que, si analizamos su tránsito por la presidencia, podríamos entender que eso iba a pasar irremediablemente debido a que incurrió en una serie de errores, traiciones, desencuentros, incumplimientos, etc., que necesariamente hacían vaticinarle su caída.

Madero era una persona que podríamos calificar de ingenuo en el campo político, ya que no percibía con claridad la problemática profunda de México. Él, por ejemplo, entendía la pobreza en el campo como consecuencia del mal gobierno, el cual por haber permanecido tanto tiempo ahí, se había enviciado de poder, cosa que le impedía ver el mal estado en que se encontraban los campesinos. Por ello sostenía que habría que cambiar ese gobierno por uno que promoviera la libertad política de cada individuo, para con ello, de manera inmediata, mejorar las condiciones de ese sector tan agobiado. No pretendía afectar la Propiedad Privada de la Tierra, ¡no!, únicamente proponía medidas cosméticas como: Sufragio Efectivo, no Reelección para resolverlo.

Su visión era tan corta y ajustada a sus intereses como miembro de la clase pudiente de México que lo llevaban a proponer soluciones simplistas, por ejemplo: a los obreros les decía: “que sus demandas, no las podía recoger como propias, ya que el gobierno no tenía ninguna participación en las relaciones Capital-Trabajo, pues esas, eran relaciones privadas, únicamente entre ellos”. Por eso, lo que realmente les ofrecía, era “LA LIBERTAD”, que representaba lo más importante para su bienestar, ¡qué tal vez ellos no lo sabían!, pero al alcanzarla, obtendrían de manera automática el bienestar demandado.

Por su parte, a la clase media, quienes demandaban espacios para desarrollarse en sus distintas actividades citadinas, Madero les ofreció que tendrían acceso a esos espacios de desarrollo que ansiaban. Así, ante el hartazgo social, la aspiración de cambio se convierte en bandera y todos, de manera entusiasta y espontánea, apoyan el movimiento.

El propósito de Madero era realizar el cambio, es decir, ¡su Cambio!, por la vía pacífica y democrática, pero esto era poco viable, ya que la cerrazón del presidente Díaz decide minimizar su influencia y lo margina del proceso electoral encarcelándolo. Esto obliga a Madero a utilizar el camino de la insurrección; crea el Plan de San Luis, donde ofrece a los campesinos restituirles las tierras que les habían sido arrebatadas por los hacendados. Hay que recordar que es este sector el que con mayor entusiasmo y membresía se suma al movimiento.

Debemos decir que por el hartazgo el movimiento maderista es realmente rápido y no tan cruento, ya que para mayo de 1911 Porfirio Díaz renuncia a la presidencia y se va del país en ese mismo mes. Es en este momento en donde los problemas empiezan para Madero. Inicialmente todo es alegría para sus seguidores y, para muestra, hay que recordar el apoteótico recibimiento que le hacen en la capital con cerca de 200 mil personas.

A partir de este momento debemos de analizar con cuidado su proceder, ya que el primero de sus errores es al firmar los tratados de Ciudad Juárez. Por este hecho acepta de manera automática proseguir en la institucionalidad, cosa que lo obliga a reconocer las reglas que ella establecía como: el interinato de León de la Barra, quien era el secretario de Relaciones Exteriores de Díaz; también con ello valida la permanencia del Congreso y de la Corte, así como de todas las instituciones con que contaba el gobierno anterior, entre ellas, el Ejército.

La mecánica institucional establecía, ante este escenario, que debía de convocarse a elecciones para la presidencia. Con este error de Madero todo el estado de cosas en el campo político queda igual que antes. Así, de las primeras acciones del nuevo gobierno provisional es desarmar a los ejércitos levantados y esta acción la realiza ¡el ejército porfirista!, que era el derrotado. Es evidente que esto provoca un desconcierto entre los alzados, quienes no entendían ¡el rendirse ante su enemigo vencido!, en lugar de ante ellos y hacer un nuevo gobierno revolucionario.

Madero con su importante imagen de caudillo les pide que lo hagan y confíen en él, cosa que genera reticencia en algunos grupos aunque la mayoría de los levantados accede. Hay dos grupos que se niegan a desarmarse: el de Zapata en Morelos y Orozco en el norte del país.

Los campesinos de Morelos le exigen el cumplimiento inmediato de su promesa de tierras y advierten que si no hay tal reparto no entregarán las armas y lo desconocerán. Esto ocasiona que los inconformes se levanten, iniciando así una nueva contienda.

Sumado a lo anterior, en lo político, el Sr. Madero, quien iba en 1910 en fórmula con el Dr. Francisco Vázquez Gómez por el partido Antirreeleccionista (en la contienda contra Díaz) rompe con el Dr. y forma al vapor un nuevo partido, EL CONSTITUCIONAL PROGRESISTA, e incluye como vicepresidente a Pino Suárez, lo que establece un nuevo conflicto. Aun así, Francisco Madero gana de manera aplastante las elecciones en octubre y toma posesión el 6 de noviembre de 1911.

Los problemas no acaban allí, analicemos ahora el incipiente movimiento obrero, la otra fuerza popular importante pero aún naciente en el país, misma que había manifestado su fuerza en Cananea y Río Blanco, movimientos imbuidos en la corriente anarcosindicalista, dominante en México en ese momento. Los obreros con esta nueva situación se organizan aunque fueran inicialmente mutualistas y sin aspiraciones políticas, pero hacen demandas fuertes de salario y de reducción de la jornada de trabajo, lo que los lleva a organizar muchas huelgas (60) en el período de Madero, que indudablemente convulsionan a la ciudad y sobre las que el presidente llega a utilizar la represión, por lo que también lo distancia de ellos.

Es evidente que otro de sus enemigos lo constituían los antiguos porfiristas, quienes añoraban al dictador y no coincidían en nada con Madero, por lo que utilizan todos sus medios para hostigarlo.

Pero lo más significativo para los efectos de mantener el estatus quo del Estado era que el ejército, que quedó intacto, ya que sus mandos superiores y medios lo controlaban y no aceptaban al nuevo gobierno, por lo que se convierten en los principales conspiradores. Recordemos además que hay dos levantamientos de militares que terminan en fracaso: uno en Nuevo León con el Gral. Bernardo Reyes y otro en Veracruz encabezado por Félix Díaz.

Madero además se enemista con sus iniciales aliados internacionales, los EE.UU., al tratar de aplicarles un impuesto mínimo en la producción del petróleo, lo que hace enfurecer a los empresarios, quienes fomentan un golpe de estado utilizando al ejército a través de su embajador en una abierta conspiración golpista, además de una intensa campaña de desprestigio social y ante el cuerpo diplomático, que afectó su imagen.

Por este motivo, estimados lectores, no hay sorpresa en la caída de Madero, quien, confundido, da pasos titubeantes en sus 15 meses de gobierno y despilfarra el capital político que inspiró en la población con su movimiento.

Como última reflexión les propongo que al analizar este episodio que representó sufrimiento y dolor para la población trabajadora de México, no debemos olvidar que la traición no fue contra Madero, sino de él hacia el pueblo.

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