CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA DE 1910

Para poder entender de la mejor manera este hecho histórico, necesariamente necesitamos analizar, de manera muy general, las causas de la Revolución Mexicana, para de esa manera formarnos un criterio más objetivo de tan importante acontecimiento.
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por Antonio Tovar León

México ha estado marcado por una gran cantidad de sucesos sociales y procesos revolucionarios que han forjado la identidad nacional del pueblo mexicano, tal es caso de la Revolución Mexicana de 1910. Con respecto de este acontecimiento histórico, cabría hacernos las siguientes preguntas:

¿Éste hecho histórico mejoró las condiciones de vida y de trabajo del pueblo? ¿Hoy realmente existe la democracia en México? ¿Las instituciones que emergieron de le Revolución Mexicana garantizan un verdadero estado de derecho?

Responder a las anteriores interrogantes no es algo fácil, sobre todo cuando existe una gran variedad de opiniones e interpretaciones acerca de la Revolución Mexicana, tales como de que: no fue una revolución sino un simple movimiento armado; otros más hablan de una revolución interrumpida; algunos otros la califican como una revolución democrático-burguesa; mientras que para otros fue una revolución social, etcétera.

Para poder entender de la mejor manera este hecho histórico, necesariamente debemos analizar, de manera muy general, las causas de la Revolución Mexicana, para de esa manera formarnos un criterio más objetivo de tan importante acontecimiento.

Si acudimos a los libros de la historia oficial, en los libros de texto gratuitos de las escuelas públicas, encontramos que la Revolución Mexicana de 1910 inicia por un llamado que hace Francisco I. Madero al pueblo mexicano de levantarse en armas contra la dictadura de Porfirio Díaz, el 20 de noviembre de 1910. Y, en efecto, así fue, pero es importante considerar algunos otros elementos que nos den más claridad de las verdaderas causas de la Revolución Mexicana.

En el análisis de las causas de la Revolución Mexicana, debemos partir de la Guerra de Independencia de México, pues este hecho histórico, si bien es cierto que nos independizó de España y se abolió la esclavitud en el territorio nacional, también es cierto que durante muchos años el Estado y la nación mexicana estuvieron bajo la influencia y a veces el control de la Iglesia católica y los fueros militares, y no va a ser sino hasta el gobierno de Juárez (el constructor del Estado moderno burgués), con el respaldo de la Constitución Política de 1857 y las Leyes de Reforma, que se le quita el poder a la Iglesia y se sientan las bases jurídicas para el desarrollo del capitalismo en México.

A la muerte de Juárez, y con el ascenso al poder de Porfirio Díaz es cuando realmente se va a dar impulso a la industrialización del país, pero a un costo muy elevado: condenando a vivir en la pobreza y miseria al pueblo trabajador y a una parte considerable de este en una esclavitud literal.

¿CÓMO LE HIZO PORFIRIO DÍAZ PARA TRAER INVERSIÓN EXTRANJERA A MÉXICO?

La dictadura de Porfirio Díaz permitió, mediante el despojo a comunidades y campesinos, que grandes extensiones de tierra se concentraran en las manos de unos cuantos hacendados (840 para ser exactos). Muchos de estos inmensos latifundios pertenecían a norteamericanos, tales como: La Hacienda1 de Rancho Viejo, en Chihuahua, con 1, 997,514 hectáreas; La Hacienda de Babicora, de W. R. Hearst, con 507,464 hectáreas; La Compañía Minera de Boleo, con 598,561 hectáreas; La Compañía del Ferrocarril Sud-Pacífico, con 218,000 hectáreas, etcétera.

Para darnos una idea de lo inmenso que eran estos latifundios pongamos el caso del general Terrazas, en Chihuahua, que llegó a tener tal extensión de tierras que en 30 años de recorrido a caballo no pudo conocerlas todas, éstas se calculan en más de 7,000,000 de hectáreas.

En estos enormes latifundios a los peones —campesinos carentes de tierras— se les sometía a jornadas de trabajo inhumanas, y para evitar que éstos abandonaran las haciendas no se les pagaba su trabajo con dinero sino en especie en la tienda de raya propiedad del terrateniente. De esta forma se aseguraba que los peones, con todo y sus familias, permanecieran ligados a la hacienda sin poder abandonarla, a grado tal que cuando morían éstos sus deudas las heredaban sus descendientes. Este sistema de producción de las grandes haciendas les garantizaba a los terratenientes la explotación de la clase campesina.

Porfirio Díaz, representante y defensor de los intereses de los grandes terratenientes dio impulso al desarrollo industrial del país mediante la política de “puertas abiertas” al capital extranjero. Mediante esta política el gobierno de Díaz otorgó concesiones por 99 años sin pago de impuestos a cuanta empresa ferrocarrilera, siderúrgica, eléctrica, telefónica, etcétera, quisiera establecerse en el país. Y con pagos limitadísimos de impuestos o sin el pago de éstos se concedieron derechos de explotación a compañías extranjeras sobre tres productos principales del país: la plata, el petróleo y los bosques. Estas concesiones equivalían a regalar el hierro, el oro, la plata y el petróleo, cuya explotación intensa ni siquiera alcanzaría los 99 años, pues antes de ese tiempo los recursos se habrían agotado en el país.

¿CUÁL ERA LA SITUACIÓN DE LOS OBREROS DURANTE EL RÉGIMEN DE PORFIRIO DÍAZ?

Los trabajadores asalariados no gozaban de ningún derecho, la jornada de trabajo era de 10 a 12 horas diarias y en provincia se trabajaba hasta 13 horas; los salarios eran muy bajos en comparación a los que se percibían en tiempos de Juárez; no había un solo sindicato obrero —por ley estaban terminantemente prohibidos—, y quien intentaba formarlos iba a dar con sus huesos a la cárcel de San Juan de Ulúa; no había indemnizaciones, jubilaciones ni pensiones por vejez, ni vacaciones anuales, etcétera.

Aún en contra de la ley, los trabajadores se organizaban para enfrentar la explotación a la que eran sometidos por el gran capital. Para negociar con el patrón o patrones mejores condiciones de vida y de trabajo, los obreros recurrían a la huelga, y entre las más emblemáticas figuran: la de Cananea, Sonora, en 1906; y la de Río Blanco, Veracruz, en 1907. Cabe mencionar que dichas huelgas fueron brutalmente reprimidas y sus dirigentes enviados a la cárcel por la dictadura de Porfirio Díaz.

Las relaciones de producción hacendarias, del modo de producción que representaba la dictadura de Porfirio Díaz, tenían por base la propiedad privada de la tierra y de forma parcial de los campesinos. Estas relaciones de producción hacendarias pronto chocarían con el desarrollo de las fuerzas productivas surgidas de la industrialización del país. Por un lado, en la medida que se desarrollaba la industria ferroviaria, eléctrica, petrolera, telefónica, así como la explotación de minas y bosques, las empresas extranjeras demandaban mano de obra libre, condición básica del capitalismo. Esta mano de obra que demandaba la naciente industria no se encontraba en el mercado, dado que estaba ligada a la tierra y encadenada en las grandes haciendas. Por otro lado, era necesario liberar dicha mano de obra, y la única forma de hacerlo era derribando el régimen de Porfirio Díaz que representaba un sistema económico que frenaba el desarrollo industrial, que se había convertido en un obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas liberadas por el capitalismo. La única forma de emancipar la mano de obra encadenada en las grandes haciendas era mediante un movimiento armado: la Revolución Mexicana de 1910.

Ante la falta de democracia, de libertad y de justicia social, y ante las condiciones de miseria y de explotación del pueblo mexicano, éste no tardó en reaccionar manifestando su inconformidad y rechazo a la dictadura del general Porfirio Díaz. Empezaron a surgir brotes de rebelión en varios puntos del país, los cuales se van a concretar en un levantamiento armado el 20 de noviembre de 1910 bajo las consignas de “sufragio efectivo, no reelección” y “tierra y libertad”, así como derechos mínimos para los trabajadores.

La pregunta obligada que nos debemos hacer aquí es ¿por qué el pueblo mexicano acudió al llamado de la revolución? Es cierto que había un descontento de la población campesina y obrera por la situación de pobreza e injusticia social, pero no fue la pobreza la principal condición para que el pueblo se levantara en armas contra la dictadura de Díaz. Hay otros elementos que debemos considerar, tales como los siguientes:

Porfirio Díaz no era más odiado que la mayoría de los dictadores latinoamericanos como se piensa, e incluso se podría afirmar que gozaba de cierta popularidad por el recuerdo fresco de su participación en la guerra de la intervención francesa.

Tampoco México era la economía más dependiente, por el contrario, y a diferencia del monocultivo en los países latinoamericanos, diversificó su agricultura y se vio menos afectado por las fluctuaciones y movimientos cíclicos y los precios en el mercado mundial.

No obstante lo anterior, el gobierno de Porfirio Díaz fue la única dictadura latinoamericana que cayó por una revolución popular antes de la década de 1930, no siendo así el caso de Argentina y Brasil.

En Argentina, en 1916, el Partido Radical encabezado por Hipólito Yrigoyen, cuya mayoría de sus integrantes pertenecían a la clase media, llegó al poder a través de un proceso electoral.

En Brasilfue necesario un golpe militar, sin violencia y sin derramamiento de sangre, pues el ejército estaba influenciado por la clase media.

La Revolución Mexicana fue parte de una tendencia más general que se estaba gestando en las naciones latinoamericanas, cuyo desarrollo progresaba más rápido que las otras naciones: el rápido desarrollo de una clase media que comenzaba a buscar mayor poder político y económico.

LAS CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA DEBEN BUSCARSE EN TRES PROCESOS

1. La expropiación de las tierras comunales de las comunidades campesinas en el centro y sur del país.

2. La transformación de la frontera norte de México, con presencia de bandas de apaches, con Estados Unidos, y su consiguiente integración política y económica al resto del país;

3. El surgimiento de México como escenario principal en la rivalidad europeo-estadounidense en América Latina y la esfera de influencia de Estados Unidos en México.

La expropiación de las tierras comunales de las comunidades campesinas en el centro y sur del país

Debemos recordar que con el descubrimiento de América vinieron las guerras de conquista y después la colonización, en este proceso gran parte de la tierra de los pueblos originarios les fue arrebatada por los conquistadores y transformadas en grandes haciendas, aunque una porción importante de esta tierra siguió en manos de la corona española, al igual que otra parte de la tierra permaneció en manos de las comunidades campesinas, las cuales pudieron conservar algunas características de su organización tradicional y un grado de autonomía interna, que no conocieron los peones de las grandes haciendas. Sobrevivieron al régimen colonial y, en el periodo que siguió a la Independencia, gracias al debilitamiento del gobierno central, pudieron incluso mejorar en cierta medida su situación política y económica.

Para modernizar al país Porfirio Díaz llevó a cabo una gran campaña de expropiaciones de las tierras comunales, así como el sometimiento político de los pueblos. Los inversionistas extranjeros, los comerciantes, las autoridades políticas, los caciques locales y los acaudalados de las comunidades, mediante el lucro, se beneficiaron con dichas expropiaciones.

Las expropiaciones al principio sólo habían provocado algunas rebeliones esporádicas en el centro y sur del país, pero cuando dichas expropiaciones llegaron a los Estados de Morelos y Guerrero generaron la mayor rebelión campesina.

La transformación de la frontera norte de México, con presencia de bandas de apaches, con Estados Unidos, y su consiguiente integración política y económica al resto del país

Para entender esta transformación que sufrió México en la frontera norte con Estados Unidos debemos recordar que, en sus orígenes, el territorio mexicano abarcaba gran parte de lo que hoy son los Estados norteamericanos de: California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Utah, y parte de Colorado y Wyoming. Un extenso territorio que había sido mal gobernado y descuidado desde tiempos de la Nueva España. En esa parte del territorio mencionado, desde mediados del siglo XVIII, la Corona española había fundado colonias militares a lo largo de la frontera norte para ahuyentar a las bandas de apaches y demás grupos nómadas. En el siglo XIX, Benito Juárez siguiendo esa lógica estableció más colonias militares.

Los habitantes de esas colonias militares eran más privilegiados en varios aspectos que las comunidades campesinas del centro y sur del país, pues poseían más tierras y ganado que los campesinos libres de otras regiones de México; también tenían no sólo el derecho sino el deber de portar armas para defender sus tierras aún con su propia vida; de igual modo gozaban de cierta autonomía interna. Esta autonomía e independencia de la que gozaban esos Estados del norte cambió con la entrada del capital extranjero y la construcción del ferrocarril.

Los Estados de Sonora, Chihuahua y Coahuila, que gozaban de una existencia prácticamente autónoma en lo político y lo económico, con la llegada al poder de Porfirio Díaz y el flujo de capitales de Estados Unidos a esas entidades, (6.3% a Chihuahua, 7.3% a Sonora y 9.5% a Coahuila) cambió su situación de privilegios, pues los Estados Unidos y Porfirio Díaz impusieron sus controles políticos y económicos en esa región.

Para 1885 los apaches habían sido derrotados, y con la construcción del ferrocarril en 1880, el valor de las tierras de los campesinos aumentó, lo cual desató una ola de expropiaciones. De esta forma las colonias militares no sólo perdieron sus tierras sino también sus derechos políticos de los cuales el más estimado era la autonomía municipal.

Las expropiaciones, y el hecho de que Porfirio Díaz no haya respetado la autonomía de los Estados del norte, al imponer a sus amigos como gobernadores y alcaldes, provocó un descontento entre los expropiados y los terratenientes.

Los colonos militares en Chihuahua, el grupo indígena de los yaquis en Sonora; Luis Terrazas el latifundista más acaudalado de Chihuahua, y exgobernador del Estado, alentó secretamente a los rebeldes de Tomóchic, con la esperanza plenamente justificada, de que podía desacreditar a su principal rival, Lauro Carrillo, entonces gobernador de Chihuahua y protegido de Díaz, y provocar su caída política.

De igual manera, José María Maytorena, próspero hacendado del sur de Sonora y cuyas aspiraciones políticas también habían sido frustradas por el gobierno de Díaz, brindó refugio a los rebeldes yaquis fugitivos.

El surgimiento de México como escenario principal en la rivalidad europeo-estadounidense en América Latina y la esfera de influencia de Estados Unidos en México

En las últimas décadas del siglo XIX y en los primeros años del siglo XX, los países de América Latina fueron “inundados” por una oleada de capitales extranjeros generando con ello una atracción cada vez mayor por el frenético desarrollo del capitalismo mundial. Para 1914, 7,567 millones de dólares habían inundado las economías latinoamericanas.

Esta oleada de capitales extranjeros que llegaron a América Latina no benefició a las naciones para ser Estados análogos a las economías de Estados Unidos y las europeas, tampoco trajo beneficios para la población, por el contrario, lo que generó fue una mayor dependencia de las economías latinoamericanas a las potencias norteamericana y europeas, con sus consiguientes efectos: exportación de materias primas baratas e importación de mercancías caras. Esta es la razón de porqué no siempre la llegada de capitales mejora las condiciones de vida y de trabajo de la población. Para tener una idea más clara de la inversión extranjera en México veamos las siguientes tablas:

INVERSIÓN NORTEAMERICANA, EN MILLONES DE DÓLARES, EN MÉXICO DE 1900 A 1924

1900
1911
1924

$%$%$%
Ferrocarriles335,000,00070.0644,000,00064.0169,000,00013.0
Minería102,000,00021.0250,000,00025.0300,000,00025.0
Agricultura28,000,0006.04,000,000.5200,000,00016.0
Manufactura10,000,0002.011,000,0001.060,000,0005.0
Bancos7,000,0001.031,000,0003.010,000,0001.0
Bancos de gobierno
52,000,0005.022,000,0002.0
Petróleo

15,000,0001.5478,000,00038.0
Totales482,000,000
1,007,000,000
1,239,000,000

COMPARACIÓN DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA EN MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO


MexicanaEstadounidenseInglesaFrancesa
Minas7,500,000223,000,00043,600,0005,000,000
Fundición7,200,00026,500.000
Ganadería46,450,0009,000,000

Fábricas3,270,0009,000,0002,700,000
Petróleo650,00015,000,00010,000,000
Caucho4,500,00015,000,000
Total69,570,000297,500,00056,300,0005,000,000

EL CONSTITUYENTE Y LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS DE 1917

En todo el proceso de la lucha popular en el que se sucedieron victorias y derrotas se formularon toda una serie de planes y alianzas, pero en la medida en que el tiempo transcurría, el movimiento popular revolucionario se desgastaba: disminuida la poderosa División del Norte; desaparecida la Convención de Aguascalientes y substitutas de la misma; y anulado el Plan de Ayala de los zapatistas, las condiciones estaban dadas para revisar la Constitución Política.

Es así como el presidente Carranza convocó a un Congreso Constituyente para el 1 de diciembre de 1916. Abriendo el Congreso sus sesiones, se procedió a revisar la Constitución de 1857, fundamentalmente en aquellos artículos que algunos connotados revolucionarios —Francisco J. Mújica, Esteban Baca Calderón, José Natividad Macías, Pastor Rouaix, Luis Manuel Rojas…— habían demostrado que se deberían reformar. Estos artículos fueron el , el 27º y el 123º, los cuales prácticamente se crearon con un contenido social, y en los cuales quedaron plasmados los derechos sociales de la clase trabajadora del campo y la ciudad.

Aquí es necesario hacer un paréntesis para señalar la aportación de los hermanos Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano a la Carta Magna. Los postulados del Partido Liberal además de pedir la total abolición del régimen de Díaz y su substitución por un gobierno de elección popular, libre y democrático, proponían: el trabajo manual obligatorio en las escuelas primarias; mejorar los salarios de maestros de enseñanza primaria; restitución de ejidos y la distribución de tierras ociosas entre los campesinos; fundación de un Banco Agrícola; prohibición para que los extranjeros adquieran bienes raíces; jornada de trabajo máxima de 8 horas; fijar un salario mínimo en las ciudades y el campo; descanso dominical obligatorio; abolición de las tiendas de raya; pensiones de retiro e indemnizaciones por accidentes de trabajo; la expedición de una ley laboral; protección de la raza indígena.

Estos puntos, sin excepción, fueron incorporados y mejorados en la Constitución Política de 1917.

Teniendo como respaldo los principios jurídicos de la nueva Constitución Política, algunos gobiernos emanados de la Revolución Mexicana, pero sobre todo el del General Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940), con el apoyo del pueblo y el sacrificio de millones de mexicanos, dio inicio a la recuperación de las empresas estratégicas y los recursos naturales que la dictadura de Díaz había entregado al capital extranjero.

Los gobiernos posteriores al cardenismo, poco a poco, comenzaron a distanciarse de la política social marcada por el General. Si bien es cierto que estos gobiernos, apartados del modelo cardenista, nacionalizaron industrias, estatizaron empresas y crearon instituciones, lo hicieron en un Estado que daba pasos acelerados a la burocratización del gobierno y sus instituciones, y que desembocaría inevitablemente en la corrupción, así como en la represión contra toda persona, grupo o movimiento que se atreviera a cuestionar públicamente al gobierno y sus instituciones.

¿POR QUÉ SI EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE 1917 QUEDARON PLASMADOS LOS DERECHOS SOCIALES DE LOS TRABAJADORES DEL CAMPO Y LA CIUDAD, EN LA PRÁCTICA ESTOS FUERON LETRA MUERTA?

Responder a la anterior pregunta no es algo sencillo y fácil. Sin embargo, tenemos que dar una respuesta a dicha interrogante y para tratar de responder satisfactoriamente creemos necesario hacer un comparativo entre dos revoluciones que se dieron en situaciones similares y prácticamente en la misma década: la Revolución Mexicana de 1910 y la Revolución Rusa de 1917. En esta comparación podremos apreciar que los resultados en ambas revoluciones fueron diferentes.

Al hacer el comparativo entre la revolución Rusa y la Mexicana, se puede apreciar a simple vista que las condiciones que prevalecían en la Rusia zarista de principios del siglo XX, eran similares, sin llegar a ser iguales, a las del México porfirista: en México al igual que en Rusia existía una clase social mayoritariamente campesina, pobre y carente de tierras; en ambos países comenzaba la industrialización, y de igual modo eran gobernados de manera despótica —en Rusia por el Zar Nicolás II y en México por Porfirio Díaz—.

La Revolución Mexicana fue más sangrienta y duradera que la Revolución Rusa, pues ésta última fue más rápida y sin mucho derramamiento de sangre.

A pesar de que la Revolución Rusa de octubre fue intervenida por un ejército imperialista de 14 naciones de más de 230 mil elementos, los rusos salieron victoriosos y lograron salvar la revolución y, gracias a esto, al paso del tiempo, la URSS se convirtió, en relativamente poco tiempo, en la segunda potencia económica, política y militar del mundo.

Por el contrario, en México la Revolución Mexicana se prolongó por alrededor de 10 años y con más de 2 millones de pérdidas humanas2, y a pesar de haber elaborado la Constitución Política más avanzada del mundo, en la práctica las condiciones del pueblo trabajador no mejoraron, ni tampoco México entro al grupo de los países de “primer mundo”.

Una pequeña o gran diferencia entre estas dos revoluciones es que: en Rusia existía el partido “bolchevique” del proletariado, de tendencia socialista; mientras que, en México, las masas campesinas que fueron las que mayormente constituyeron los ejércitos populares de Villa y Zapata carecieron de una dirección política, de un partido político de clase. Esta es una de las principales razones, sin llegar a ser la única, del porqué a pesar de haber sido la mexicana una revolución social, el pueblo en armas al no tener una dirección política no pudo dirigir el proceso revolucionario hacia la toma del poder y al establecimiento de un gobierno provisional revolucionario de los trabajadores del campo y la ciudad. En cambio, los representantes de la burguesía progresista sí tuvieron la capacidad y la organización para tomar en sus manos el control de los resortes del ejército, la policía y la burocracia administrativa, es decir, del Estado, que van a utilizar para desarticular y destruir el poder revolucionario del pueblo.

A pesar de haber desarticulado y destruido el poder revolucionario del pueblo, los gobiernos, representantes de la clase burguesa, establecieron medidas que, si bien es cierto estaban directamente ligadas a beneficiar al capital nacional y extranjero, también trajeron algunos beneficios para la clase trabajadora en empleo, salud, educación, vivienda, etcétera, claro que sin llegar a resolver el problema de la pobreza, de la desigualdad social y la corrupción.

La línea del nacionalismo revolucionario, que caracterizó a los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana hasta antes de 1982, fue abandonada con la llegada al poder político de los tecnócratas neoliberales del PRI y el PAN, y con ello echaron por la borda el esfuerzo y sacrificio del pueblo mexicano en la construcción de una nación próspera y autosuficiente. Estos gobiernos neoliberales —Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto— se distinguieron por aplicar una política entreguista de los recursos naturales y la riqueza nacional al capital extranjero de la misma manera que lo hizo en el pasado Porfirio Díaz. Con las políticas entreguistas se desmanteló la planta productiva nacional provocando con ello millones de pobres y marginando a otros tantos millones de mexicanos de los servicios más elementales de salud, educación, vivienda y seguridad.

A los gobiernos del PRI y el PAN no les importó para nada la situación de pobreza, miseria e inseguridad de los mexicanos, pues han sido ellos precisamente los responsables de la ruina del país. En el pasado, el abominable de Santa Anna les vendió más de la mitad del territorio nacional a los norteamericanos, con lo cual ha pasado a la historia como el más asqueroso vendepatria que haya tenido México, pero Porfirio Díaz no se queda atrás, pues si no vendió territorio nacional, sí entregó la riqueza natural al capital extranjero lo cual equivale a lo mismo, y los actuales gobiernos neoliberales, emulando a sus “abuelos” hicieron lo mismo: entregar empresas públicas y los recursos naturales, patrimonio de los mexicanos, al capital extranjero, con una pequeña o grande diferencia, que en el pasado el capital extranjero construía sus empresas en México, mientras que ahora no las construyen, pues el gobierno se las vende a precio de “ganga”, por no decir que se las ha regalado.

En México, a lo largo de toda su historia, desde la independencia hasta nuestros días, siempre ha habido personajes que les ha tocado y han querido jugar el papel de traidores a la patria, como Antonio López de Santa Anna, que le vendió a los gringos más de la mitad de nuestro territorio nacional; Porfirio Díaz, que puso en bandeja de plata la explotación de los recursos naturales a favor del capital extranjero; y los gobiernos neoliberales que, imitando a sus “abuelos” apátridas, simplificaron los trámites administrativos y modificaron el marco legal a través una serie de “contrarreformas” para facilitarle al capital, nacional y extranjero, la apropiación de las empresas públicas y la explotación de los recursos naturales, todo esto en perjuicio del país y la nación.

Es deber de nosotros, los trabajadores asalariados, dar la lucha organizada para recuperar los recursos naturales y empresas públicas que los gobiernos neoliberales han entregado al capital privado, sobre todo extranjero. No podemos permanecer indiferentes ante las políticas neoliberales con las cuales los gobiernos han hipotecado el país y con ello les cancelaron el porvenir a las futuras generaciones.

Debemos combatir el neoliberalismo, que no es otra cosa que una corriente económica, la cual se ha instaurado de manera hegemónica en el mundo imponiendo la “ley del mercado” y concentrando la riqueza en pocas manos en detrimento de las grandes mayorías. Debemos organizarnos y dar la lucha por la toma del poder político, y para ello tenemos que organizar y armar a la clase trabajadora con el instrumento más poderoso: la conciencia política de clase.

Noviembre 20 de 2023


Notas:

1 La hacienda nació en la época virreinal, con propiedades muy extensas destinadas a la cría de ganado y el cultivo agrícola; la producción de textiles; la explotación de las canteras, minas y todo aquello que permitía el abasto de sus dueños y sus trabajadores, el excedente se destinaba a la venta en los mercados y en las grandes ciudades. En el Porfiriato, mediante la explotación de los peones, la hacienda alcanzó su mayor auge. La Ley de Desamortización (de bienes de la Iglesia) permitió incrementar la extensión de las haciendas, y, gracias a los ferrocarriles y al crecimiento de la economía se pudo elevar la producción de mercancías para el mercado.

2 Los pocos más de dos millones de muertes durante el proceso revolucionario, no se dieron en combates. Aunque las muertes estaban ligadas al conflicto armado, muchos decesos se debieron al hambre debido a que los ferrocarriles se usaron en la contienda militar y dejaron de usarse, en medida considerable, para transportar los alimentos; la influenza “española” que cobró la vida de 460 mil personas, entre septiembre y diciembre de 1918; alrededor de un millón de no nacidos por la infertilidad en 10 años; varios de miles niños muertos que no llegaron al año de vida debido a enfermedades, igualmente el aumento de fallecimientos de la población joven.

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