FRANCISCO VILLA, UN HOMBRE Y ESTADISTA DEL PUEBLO

Francisco Villa en su momento pese a sus limitaciones, económicas y formativas demostró que es posible ser trascendente, por lo que hoy todos podemos ser parte significativa de la transformación si tomamos conciencia de las condiciones que nos determinan en esta sociedad; si contamos con la voluntad y decisión de lograrlo; si desarrollamos los principios necesarios para tener el soporte ideológico que nos respalde; y si contamos con un alto sentido de solidaridad y aprendemos a organizarnos en nuestra comunidad.
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por Luis de Luna Mendieta

Este 20 de Julio se conmemoró el 100 aniversario del asesinato del Gral. Francisco Villa en Parral, razón por la cual, desde El Tribuno queremos hacer un homenaje a la memoria de este gran personaje de la Historia de México, cuya participación en el movimiento armado de 1910 fue determinante, pues él, conjuntamente con el Gral. Emiliano Zapata y un grupo de mexicanos como ellos, fueron quienes dieron el carácter popular a este levantamiento.

Quiero comentar que el enfoque de esta reflexión no tiene por objeto destacar los logros militares de nuestro personaje, los cuales no solamente son abundantes sino impresionantes, lo que refleja su gran estatura como estratega, pero también destacar su trascendencia política y habilidad en la toma de decisiones en este campo.

No queremos hacer una narración solamente exaltativa, porque podríamos perder de vista detalles más importantes para evaluarlo como un auténtico representante de las causas populares y lo que queremos es encontrar en su trabajo niveles de motivación e identificación más clara con nuestro quehacer histórico como mexicanos en este momento.

En este caso, queremos evitar caer en esa trampa que nos induce a ver los pasajes históricos como algo ajeno a las personas comunes y corrientes, como cualquiera de nosotros. Con ello, nos hacen creer que la participación en esos momentos relevantes, corresponde a seres excepcionales, cuya presencia coyuntural está predestinada, u obedece, tal vez, a una gran formación que le hace visualizar, desde su superior posición, escenarios complejísimos e imposibles de entender y solo visibles para esa mente brillante que está destinada a conducir el movimiento por el camino correcto.

¡Pues no!, es precisamente lo contrario, lo que quiero destacar en este breve comentario, utilizando para ello las acciones realizadas por este gran personaje, que se convirtió en determinante para su momento histórico, gracias a que pudo afrontar ese momento e interpretar con claridad la realidad que lo rodeaba y hacerla coincidir con sus necesidades y más aún, saber que estas no eran únicas y exclusivas de él, sino que representaban una condición que se hacía general en todas las personas que estaban en su misma condición social.

Doroteo Arango, que era su nombre original, fue un hombre como muchos otros de su tiempo, pues pertenecía a ese grupo mayoritario de la sociedad que carecían de todo, por lo que su camino consistía en dos acciones opuestas: o se conformaba y callaba para mantener lo poco que tenía o se revelaba y pedía justicia, lo que significaba arriesgar y perderlo todo, hasta la propia vida.

Ahora bien, vayamos a nuestro personaje Francisco Villa recordando que desde muy niño queda a la cabeza de su familia por ser el mayor de los hijos varones y tiene que enfrentar esa responsabilidad, la cual rápidamente le demanda una definición crítica, someterse y callar, o enfrentar la injusticia con las consecuencias que ello implica. Tiene que resolver actuar, al ver a su hermana en peligro ante el abuso de un potentado y decide hacerlo drásticamente. Asesina al ultrajador y por ello tiene que huir y convertirse en forajido.

Villa era una persona sin formación académica, era casi un niño, jamás se había distinguido hasta ese momento como líder en ninguna acción, únicamente respondió con indignación y valor ante el abuso, siendo coherente con su responsabilidad y principios. Por ello ahora quedaba en peores condiciones y con mayor desventaja. Automáticamente se convierte en prófugo de la justicia, encontrando refugio en el monte, pues en ese instante era su única opción para sobrevivir, lo que lo lleva a sumarse a una banda de salteadores. Hasta este momento, es claro que es una persona común y corriente, que se hace hombre en estas condiciones. Hay muchas anécdotas de sus biógrafos que dan diferentes visiones de su actuar, mismas que lo legitiman o condenan según cada intérprete, pero lo que sí es determinante, que su realidad es cruda y desventajosa.

No todo el tiempo se dedica a ser bandolero, pues hay momentos que lo llevan a otros sitios en donde realiza diferentes actividades (carnicero, albañil, etc.), tratando de hacer menos dura su vida, pero aun siendo bandolero realiza acciones que demuestran su visión social, ya que en ocasiones repartía entre las comunidades más pobres algunos beneficios de su botín.

Hacia 1910, en ese México tan agitado, Villa tiene contacto con Abraham González, personaje que influye en él de manera decisiva, dándole un mejor sentido a su existencia. A partir de este momento Pancho Villa entiende que su vida tiene sentido si contribuye en cambiar esa realidad en la que nació y lo determinó. Esa nueva convicción lo hace liderar un grupo de alzados que lo llevan a participar rápidamente en diferentes acciones militares (escaramuzas), las cuales se suceden desde el 17 de noviembre de 1910. Se convierte en correligionario de Francisco Madero y en 1911, una acción de Pascual Orozco y él, en Ciudad Juárez, dan el primer triunfo definitivo al movimiento revolucionario provocando la renuncia de Porfirio Díaz. Entra con Madero a la CD. de México y cuando le pide Madero deponer las armas, lo hace con disposición. Esto demuestra que es un hombre con disciplina y respeto a sus principios, pues estimaba que a partir de ese momento estaban dadas las condiciones para lograr beneficios para todos.

Su mayor participación como figura se presenta en la segunda etapa de la revolución mexicana, cuando asesinan a Madero, ya que es en este período donde se destaca como: un gran militar, un gran estadista y una persona con visión social. Por este motivo, John Reed en su libro México Insurgente”, lo cataloga como una especie de Robin Hood mexicano, el “amigo de los pobres”.

Ahora bien, porqué decimos que es un gran militar si jamás estudió para ello. Recordemos que lo hacen Gral. de División y responsable de la División del Norte, donde se destaca con operaciones estratégicas innovadoras, destacando entre los militares de carrera. También se distingue como un gran estadista, aun siendo semianalfabeta. Es nombrado gobernador provisional de Chihuahua (únicamente 60 días), realiza acciones destacadas; en el campo educativo (crea 50 escuelas); en el económico (forma un banco para financiarse), en el social (hace el primer reparto de tierras). Su principal cualidad como caudillo es contar con una gran visión social, demostrándolo en su vida como civil, en Canutillo, hace una “colonia militar”, en donde desarrolla un trabajo comunitario y productivo relevante. Tenía un pensamiento muy claro en el terreno social, “Consideraba que los ejércitos son los más grandes apoyos de la tiranía” y que los soldados debían trabajar en colonias agrícolas o industriales tres días a la semana (“sólo el trabajo duro produce buenos ciudadanos”); el resto del tiempo, lo dedicarían a la instrucción militar propia y a instruir a su vez a los ciudadanos.

Este tamaño de personaje, que se desarrolló con las condiciones más desfavorables de su tiempo, no le constituyó un impedimento en su actuar, razón por la cual el verdadero interés de esta reflexión es invitarlos a tomar conciencia, de que cada uno de nosotros puede ser un agente de cambio de nuestra sociedad.

Francisco Villa en su momento pese a sus limitaciones, económicas y formativas demostró que es posible ser trascendente, por lo que hoy todos podemos ser parte significativa de la transformación si tomamos conciencia de las condiciones que nos determinan en esta sociedad; si contamos con la voluntad y decisión de lograrlo; si desarrollamos los principios necesarios para tener el soporte ideológico que nos respalde; y si contamos con un alto sentido de solidaridad y aprendemos a organizarnos en nuestra comunidad.

Los espacios no están reservados exclusivamente para que destaquen aquellas personas iluminadas o que por fortuna han tenido la oportunidad de estudiar, pues el estudio, únicamente adquiere importancia, cuando está sustentado en una doctrina social para dar respuesta a las necesidades del pueblo trabajador.

Por eso, compañeros, no debemos dejar de celebrar a un personaje como Francisco Villa y de condenar de manera categórica su sacrificio, que como el de muchos mexicanos de su tiempo no fue en vano ni quedará nunca en el olvido mientras en la sociedad haya injusticia y exista un grupo interesado en enfrentarla. Hoy en su memoria podemos recoger su ejemplo y utilizarlo como acicate indeleble de motivación.

Es necesario no olvidar que sus ejecutores le tuvieron miedo a las causas sociales que representaban y que son los mismos que en la actualidad están vivos y tratan de imponer los intereses mezquinos de los opresores, para que todo siga igual en este México nuestro.

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