EL IMPERIALISMO Y LOS IMPERIOS

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Por: Antonio Tovar León

Con la domesticación de los animales y la agricultura, en la comunidad primitiva, apareció la propiedad privada sobre los medios de producción y, con ello, se inició la decadencia de la organización gentilicia, hasta terminar por desaparecer. Su lugar lo vinieron a ocupar las sociedades de la “civilización”, que han tenido como base de su organización política el Estado.

Si en la comunidad primitiva se daba la guerra como una necesidad para vengar una afrenta o proteger el territorio, y que podía aniquilar a toda una tribu, pero no avasallarla, en la civilización las guerras se libran con el sólo propósito de conquistar territorios, matando a una parte de la población y esclavizando a otra. Es así como vemos surgir los imperios, desde el mundo antiguo hasta nuestros días.

Antes de proceder a reseñar algunos imperios, es necesario definir lo que es el imperialismo.

Al respecto puede haber muchas definiciones, pero en términos generales se puede entender “como la forma de actuación en política basada en dominar otras tierras o comunidades usando el poder militar o económico”, O, “el régimen de dominación política en el cual una potencia militar extiende sus dominios sobre otros pueblos o Estados por medio de la fuerza o a través de la influencia económica, cultural o política”.

Por otro lado, los imperios se definen como “Grupos de territorios diversos que estás sujetos a un solo gobernante, de manera directa o indirecta y que a menudo muestran una diversidad étnica, religiosa, lingüística y cultural”.

Así, por ejemplo, el Imperio Otomano tenía bajo su dominio a países y naciones diversas como Egipto, Bulgaria, Grecia y el Líbano. De este concepto se deduce que un imperio no se define por la cantidad de territorio que cubre, ni por la cantidad de personas sujetas a la autoridad del gobernante, sino por la conquista que un gobernante de un reino o Estado lleva a cabo en varios territorios diferentes, obligándolos a pagar un tributo (en metálico o materias primas), o prestarles servicios de ayuda militar, etcétera.

Los procesos de conquista, colonización y explotación siempre van acompañados por una ideología que considera al colonizador como un ser superior al colonizado. Lo hacen a través de la religión o bajo el argumento de llevar la civilización a los pueblos “bárbaros” o atrasados, ocultando con ello el verdadero motivo: el robo y el saqueo de la riqueza de los pueblos; la destrucción de sus hábitos, costumbres o instituciones, y el asesinato de una parte de la población que no se someta a su poder.

Los imperios pueden ser terrestres, cuando son conquistados por tierra, como es el caso del Imperio mongol. Y “talasocracias”, cuando son dominados por mar, tal es el caso del imperio británico, gracias a su poderosa armada naval.

En los libros de historia podemos conocer los imperios que han existido a lo largo de la historia de las sociedades. Así, por ejemplo, vemos que el primer gran imperio conocido fue el Acadio, el cual fue un gran reino de Mesopotamia, que mantuvo su máximo esplendor entre 2334 a 2192 a. C. Sus dominios se extendieron a toda la cuenca del Tigris y Éufrates, Elam, Siria, y aún más allá, hasta el Líbano y la costa mediterránea, controlando el comercio del golfo Pérsico.

Otro imperio fue el Babilónico, localizado en la región central-sur de Mesopotamia, teniendo su epicentro en la ciudad de Babilonia. Llegó a extenderse por Acad y Sumeria, arrebatando la hegemonía a las dinastías de amoritas de Isin y Larsa (1792 a 539 a.C.)

El imperio persa, que se refiere a cualquiera de una serie de dinastías imperiales que se centraron en la región de Irán (Persia) desde el siglo VI a.C. -la era de Ciro el Grande y el imperio aqueménida- hasta el siglo XX con la dinastía Pahlavi. En 1970, después de la revolución iraní, la monarquía iraní fue reemplazada por la República Islámica.

Macedonia inició su expansión bajo Filipo II en 359-336 a.C. Pero va a ser Alejandro Magno quien consiguió aumentar el pequeño territorio de Macedonia hasta conformar uno de los mayores imperios de todos los tiempos, al conquistar todo el imperio persa, llegando hasta la lejana India, en tan sólo ocho años. Este imperio llevó a cabo la urbanización de Oriente y la fusión de la cultura griega con la oriental, dando origen a lo que se conoce como helenismo.

Sin lugar a dudas, Roma fue el imperio que dominó el mundo antiguo, imponiendo su cultura y su lengua a todos los pueblos conquistados. Con el segundo triunvirato, en 27 a.C., Cesar Augusto se convirtió en el primer emperador de Roma, y con las conquistas de Egipto, Britania, Mesia y Tracia, el dominio de Roma se hizo más grande. Alcanzando con Trajano su máxima extensión.

Teodosio, el último emperador romano, antes de morir dividió el imperio entre sus dos hijos: Arcadio y Honorio. Arcadio gobernó el Imperio Romano de Oriente, que comprendía los territorios de Grecia, Macedonia, Turquía, Siria, Palestina y Egipto, teniendo como capital Constantinopla; Honorio reinó el Imperio Romano de Occidente, que comprendía los territorios de las actuales Italia, Francia, España, Portugal, Inglaterra y el norte de África, teniendo como capital Roma.

La decadencia y caída del Imperio Romano de Occidente se debió a que sus emperadores no supieron controlar las crisis internas, ni tampoco pudieron detener las invasiones de los bárbaros, las cuales se intensificaron de 212 a 305, sucumbiendo el Imperio Romano de Occidente en 476, cuando el jefe de los mercenarios hérulos, Odoacro, tomó para sí el título de rey de Italia, y Rómulo Augústulo, último emperador, dejó de reinar.

El imperio romano de Oriente subsistió a lo largo de la Edad Media, hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos en 1453, y con este hecho nació el Imperio Otomano.

El imperio mongol. En una extensión de más de cinco mil kilómetros de estepas, desde la llanura del Danubio, en Europa oriental, a través del sur de Rusia y Asia Central, hasta Manchuria, Temujin. En 1206, Gengis Kan fue declarado “gobernante universal”, tras unificar bajo su poder a todas las tribus mongolas y manteniendo a su ejército activo a base de constantes incursiones y campañas que le llevaron desde el norte de China, cruzando Asia Central, hasta la India e Irán, y en torno al Mar Negro hasta el sur de Rusia, conquistando un imperio mucho más extenso que el de Alejandro Magno.

El imperio español. Tras el descubrimiento de América en 1492, España conquistó y colonizó grandes extensiones de territorio en América, desde el sureste de Estados Unidos hasta la mayor parte de Sudamérica. Estos territorios se integraron a la corona de Castilla, organizándose en virreinatos -la Nueva España (1535-1821), el Perú (1542-1824), Nueva Granada (1717-1819), y Rio de la Plata (1776-1810)- incorporando, posteriormente, al imperio, las Indias orientales españolas (Filipinas y las Marianas), la porción norte de Formosa, y las Carolinas. Si a estas le sumamos los modernos territorios de Aragón, Cataluña, Valencia, Baleares -en España- Rosellón en Francia, Cerdeña, Sicilia, el sur de la península itálica, y la isla de Elba y sus cercanías en Italia, y Malta y Andorra. El Imperio español alcanzó los 20 millones de kilómetros cuadrados a finales del siglo XVIII. Así, el primer imperio global de la tierra, “…donde no se ponía el Sol” es como se le conocía al Imperio español de Felipe II (reinando de 1556-1598).

El Imperio británico, el más grande del siglo XIX, controlaba una gran extensión de territorio. En Norteamérica poseían Canadá; en Centroamérica y el Caribe controlaba Jamaica, Honduras, Bahamas y varias islas más; en Sudamérica la Guyana Británica y las islas Malvinas; en Europa Irlanda; en Oceanía, tenían la mitad de la isla de Nueva Guinea, las Islas Salomón, el archipiélago de las Nuevas Hébridas, y también el control de Australia y Nueva Zelanda; En África controlaban desde el Cairo hasta ciudad del Cabo, Nigeria, Sierra Leona y Costa de Marfil; en Asia la India, Birmania y Malasia; en el Medio oriente Irak, Kuwait, Jordania (los actuales Israel y Palestina), también poseían Yemen, Omán y los Emiratos Árabes; en Asia Hong-Kong.

Con el tratado de Versalles en 1919, se anexaron las colonias alemanas de África Oriental y la adjudicación del derrotado Imperio Otomano.

El imperio colonial francés. Con la conquista de una considerable extensión territorial, desde Canadá hasta Luisana -siglos XVII al XVIII- el Imperio francés logró su máxima extensión. En una segunda época colonial, controló gran parte del Norte de África y varias zonas del sur de Asia. El segundo Imperio francés inició con la invasión a Argelia en 1830, y en 1881 se estableció un protectorado en Túnez.

Poco a poco se fue extendiendo a los actuales territorios de Senegal, Mali, Mauritania, Guinea, Costa de Marfil, Níger, Chad; también controlaba Madagascar y el enclave de Yibuti. Con Napoleón III, Francia extendió su dominio en Asia: en 1867 estableció un protectorado en Saigón y en 1863 en Camboya, y en 1885, avanzaron desde Vietnam hasta Tonkin y Annam. Esta región junto con Camboya formó la Indochina francesa, a la que se anexó Laos en 1893. Con el Tratado de Versalles en 1919 el Imperio Frances ganó el control de Siria, Líbano, Togo y Camerún.

El Imperialismo estadounidense. Este término se ha utilizado para caracterizar la política expansionista, que por cualquier vía, han llevado a cabo históricamente los gobiernos de los Estados Unidos a escala mundial. Su expansión hacia el Oeste comenzó con el exterminio de los pueblos nómadas, y para acrecentar más sus dominios desataron una guerra de intervención contra México, arrebatándole más de la mitad de su territorio. Su política intervencionista está sustentada en el Destino Manifiesto y la doctrina Monroe, con las que han aplicado las políticas de: “el Gran Garrote”, “la Doctrina de seguridad nacional”, las guerras bananeras, la guerra Hispano-Cubano-Estadounidense y, más recientemente, la guerra de Vietnam, el bloqueo estadounidense contra Cuba, la guerra de Afganistán, etcétera. Esto y mucho más han confirmado que Estados Unidos no es una democracia sino un Imperio, y a estas alturas “el imperialismo estadounidense” es un término aceptado por la mayor parte de la comunidad internacional.

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