por Karen Lozada
Dos mil dieciocho fue, sin lugar a dudas, un año trascendental para el futuro del país. Después de más de setenta años en el poder, finalmente el PRI y el PAN fueron derrotados. Costaron miles de muertos, presos, fraudes electorales, violencia y bienestar, pero por fin quedaron fuera del mapa político, reduciendo su existencia a una oposición que, al día de hoy, aún no logra consolidarse.
La llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la Presidencia, y con él la del MORENA al poder político, es producto, en gran medida, del trabajo constante de militantes de base. Los frutos del trabajo, que inició desde la conformación de MORENA, hoy día se empiezan a dar de forma plena.
Sí, el trabajo de base tuvo una incidencia relevante, pero no es el único factor que llevó a AMLO a la silla presidencial. Al menos existen otras dos razones de fondo:
- El hartazgo social que durante la administración de Enrique Peña Nieto se incrementó, el régimen del PRI ya era insostenible y día tras día se debilitaba más y más
- El proyecto político que AMLO planteó durante toda la campaña electoral de 2018 (ya desde la precampaña en 2017) abría la posibilidad de un pacto con las diferentes fuerzas políticas, tanto de derecha como de centro, por lo que la idea de un “AMLO radical” se dilucidaba frente a la imagen del “AMLO conciliador” que daba la mano tanto a empresarios como a políticos representantes de la clase burguesa.
Así, López Obrador llegó a la Presidencia. MORENA ganó el poder ejecutivo y obtuvo mayoría en el Legislativo. A nivel local sucedió lo mismo pues el llamado efecto AMLO llevó a la victoria electoral a la mayoría de los candidatos respaldados por la coalición Juntos Haremos Historia.
Una vez explicado el cómo es que se llegó a la presidencia, y después de la intensa campaña electoral y la transición de poderes, el momento de la reflexión es prioritario y sano para cualquier partido. La gran pregunta es ¿MORENA debe de apoyar incondicionalmente las decisiones tomadas por AMLO o acaso debe de permanecer fiel a sus orígenes como un partido que pondera al pueblo por encima de todo?
Antes que nada, señalo que como militantes de izquierda es imprescindible la autocrítica. Por años nos formamos bajo la premisa del derrocar al PRI y al PAN, nuestra consigna era No más PRIAN.
El programa de lucha lo planteamos en torno a la caída de esos gobiernos. El momento llegó, el PRIAN cayó. Por primera vez en la historia de México un partido diferente fue elegido democráticamente y respetado por los órganos electorales. MORENA arrasó en las elecciones y no pudieron hacer fraude. La consigna se ganó, y las dudas del cómo actuar se incrementaron entre los militantes conscientes y críticos.
Sin embargo ¿ahora qué hacemos?
La organización debe de seguir independientemente de si se ha llegado y ganado el Gobierno o se sigue como minoría. Si estamos organizados en torno a las ideas y con el pueblo, las medidas que tomen AMLO y su gabinete serán analizadas en conjunto y si en algún momento son en contra de los intereses de la población podremos responder de forma organizada y contundente.
MORENA llegó al poder político, lo que significa que el trabajo que tenemos por delante se complica y se multiplica pues, por un lado, el apoyo crítico al Gobierno de Obrador debe de permanecer pero, por el otro lado, la crítica sana también debe de permanecer.
El que estemos en desacuerdo con algunos proyectos o políticas de Estado no es sinónimo de traición sino, por el contrario, es un referente de que somos seres pensantes y críticos, que formamos parte de un partido con vida propia. Significa que no seguimos el modelo caudillista, queremos romper con él y enfocarnos en crear cuadros políticos que sigan en defensa del pueblo, independientemente de si MORENA está en el poder o no.
La llegada de MORENA al Gobierno es un momento trascendental para que nuestro partido tome vida propia o, en su defecto, se vuelva una cáscara vacía, una marioneta que apoye incondicionalmente todas las decisiones gubernamentales. Apostemos por dar vida a MORENA, apostemos por hacer valer la decisión tomada ya hace más de cinco años: de que somos partido pero también somos movimiento, y como movimiento estamos con el pueblo.
