FUSILAMIENTO DE MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA

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por Blanca Rosa Jiménez Villaseñor

Este 30 de julio de 2021, se conmemora el 210 aniversario del fusilamiento del Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla, por lo que considero un tema importante para conocer un poco más de su trágico final.

Creo que todos conocen parte de su biografía, pero daré una breve semblanza de su vida, sobre su actuar como líder y por lo que pasó este gran personaje congruente y fiel a sus principios, hasta su muerte.

De origen criollo, nació en Pénjamo, Guanajuato, el 8 de mayo de 1753 y fue fusilado el 30 de julio de 1811 en Chihuahua.

La vida de don Miguel Hidalgo está llena de contratiempos que lo fortifican, pues, desde pequeño, pasó por momentos personales difíciles; quedó huérfano de madre a los 9 años, a los 12, se tuvo que salir de su hogar junto con su hermano mayor Joaquín, se fueron con su tío, quien era cura, a Valladolid y los inscribe en el colegio jesuita de San Francisco Javier, donde estudian letras latinas e inician su carrera eclesiástica, sobresaliendo en el entorno intelectual y social, por lo que son reconocidos en toda la región.

Pero en 1767, con la expulsión de los jesuitas, cierran este colegio y tienen que esperar algún tiempo para ingresar al Colegio de San Nicolás Obispo en Valladolid. A los diecisiete años ya era maestro de Filosofía, Teología Escolástica y Gramática Latina, etc., lo que lo convierte en un verdadero Teólogo. Hablaba además de español, francés y latín; lenguas indígenas, como: otomí, náhuatl y purépecha. Una vez que culminó sus estudios, trabajó en su alma máter como: tesorero, maestro y rector.

Fue un hombre propio de su tiempo, ya que, como criollo, aparte de sacerdote también fue empresario, político con conciencia social elevada y militar insurgente. Con estas características y cualidades tuvo varias facetas en su vida y por ello muchos amigos y enemigos a la vez.

Ejerce como sacerdote a los 25 años de edad y fue rector a los 37 únicamente por 2 años y renunció al cargo, ya que sus enemigos difundieron: que le gustaba el juego, la lectura de libros prohibidos por las autoridades, que no respetaba el celibato sacerdotal, y que tenía varias haciendas.

Miguel Hidalgo, estaba muy enterado de todas las teorías modernas que venían de la Revolución Francesa y estaba de acuerdo con el nuevo sistema político, económico e ideológico que se estaba gestando “El Liberalismo”, pues implicaban la libertad de comercio que por su condición de criollo y empresario defendía; estaba en contra por supuesto de la esclavitud.

En lo social, a Miguel Hidalgo, siempre le preocupó la condición de los indígenas, de los campesinos, de las clases más desprotegidas, ya que le gustaba convivir con el pueblo, ayudarlos, enseñarles a leer y escribir, así como prepararlos en diversas artesanías, a cultivar la vid, el gusano de seda, la apicultura, etc., mismos que también fueron sus negocios. Igualmente disfrutaba de tertulias literarias, de obras teatrales y bailes. Este tipo de vida hacía que se relacionara con personajes influyentes de la Nueva España, lo que lo hacía un hombre muy sociable y popular, siendo esto uno de los motivos por los que fue invitado a participar en el movimiento de independencia.

Como político establece el Primer Gobierno Nacional Libertador, y expide el 6 de diciembre un decreto contra la esclavitud, contra las gabelas (impuestos a indígenas y esclavos) y el papel sellado, todo esto lo lleva a cabo en la ciudad de Guadalajara.

Como caudillo, Miguel Hidalgo, dirigió militar y políticamente la primera etapa de la Guerra de Independencia de México, desde el 16 de septiembre de 1810, hasta que fue capturado el 21 de marzo de 1811.

Después de Guadalajara su condición cambia; en el Puente de Calderón, estaba esperándolo un soldado español llamado Calleja, la verdad es que la lucha iba bien en un inicio, hasta que estalló un polvorín de los insurgentes, por lo que hubo un gran desconcierto y desorden, esto fue el principio del fin. De ahí, los insurgentes se dirigían a los Estados Unidos, cuando Ignacio Elizondo los traicionó en las Norias de Acatita de Baján. Así, conforme iban llegando, los fueron tomando presos: a Jiménez, Aldama y Allende, les hicieron un juicio y los fusilaron como traidores a la corona. Por último, llegó Hidalgo y también lo apresaron, lo llevaron a Chihuahua, ahí se enteró del fusilamiento de sus compatriotas. Pero a él, como líder del movimiento y sacerdote, le hicieron dos juicios y una degradación: uno por la Inquisición, otro militar ante el Tribunal de Chihuahua y un proceso eclesiástico, a continuación los detallo un poco más.

JUICIO ANTE EL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN

Miguel Hidalgo tuvo un primer juicio ante el tribunal de la Inquisición en 1800, siendo este caso archivado. Pero en septiembre de 1810 se reanudó, en el que se le declaró: “amante de la libertad que proclamaban los enciclopedistas y en consecuencia hereje, judaizante, libertino, calvinista y grandemente sospechoso de ateísmo y materialismo”. Hidalgo impugnó y envió, el 10 de junio, un largo escrito rechazando los cargos de hereje y apóstata de la religión, y explicando las causas para encabezar la insurrección, sin embargo, fue excomulgado por la Inquisición.

JUICIO MILITAR ANTE EL TRIBUNAL DE CHIHUAHUA.

Se le hizo una Junta militar formada por Bustamante, quien llevó las sumarias, y Abella, quien hizo el interrogatorio por 3 días y en el cual Hidalgo respondió con entereza y serenidad a todas las preguntas. Sin caer en ambigüedades y sin delatar a nadie, confesó haber levantado ejércitos; haber fabricado moneda en Zacatecas; haber construido cañones, armas y municiones, haber depuesto autoridades, europeas o criollas, que no seguían su tendencia y haber dirigido manifiestos. También se hizo responsable de la causa independentista; pero sin hacer mención de su parte religiosa.

Cuando se le preguntó acerca de las causas del movimiento para defender al reino ante la Invasión francesa; contestó que era razón fundada haber actuado por el “derecho que tiene todo ciudadano cuando cree que la patria está en riesgo de perderse”; negó haber abusado de su condición eclesiástica para incitar al pueblo a la insurrección; y reconoció que nada de lo que había hecho convenía con su estado religioso. Ángel Abella dio por cerrado el interrogatorio, con 43 preguntas, de acuerdo con su carta a Francisco Salcedo.

Hidalgo fue juzgado por el Tribunal de Chihuahua en el sentido de que era “reo de alta traición y mandante de alevosos homicidios, confiscársele sus bienes y quemar públicamente sus proclamas y papeles sediciosos y que debía morir por ello”; previa la degradación eclesiástica.

DEGRADACIÓN ECLESIÁSTICA

Este acto fue realizado por órdenes del obispo de Durango, el día 29 de julio, con todas las ceremonias estipuladas en el Pontifical Romano. Solo mencionaré algunos breves datos de esta degradación.

…Quitándole el cáliz y la patena, Fernández Valentín pronunció las palabras de execración, y con un cuchillo raspó las palmas de sus manos y las yemas de sus dedos, y dijo: “Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que recibiste con la unción de las manos y los dedos”…

Se le cortó el pelo, pronunciando el ministro las siguientes palabras: “Te arrojamos de la suerte del señor, como hijo ingrato, y borramos de tu cabeza la corona, signo real del sacerdote, a causa de la maldad de tu conducta”.

Existe también en documento la Excomunión de Miguel Hidalgo, realizada por el obispo Abad y Queipo, igual a la que expide el Papa León III, los invito a leerla.

Después de la degradación, Abella leyó a Hidalgo la sentencia de muerte del tribunal militar pronunciada el 26 de julio de 1811 por el comandante Salcedo.

Al amanecer del 30 de julio de 1811, en el patio del antiguo Colegio de los Jesuitas, lo esperaba el pelotón encargado de su ejecución. Hidalgo pidió que lo fusilaran de frente y, llegado el momento, él pondría la mano derecha sobre el pecho, para que ahí le dispararan y así acabaran con su vida.

Fue expuesto públicamente, después le cortaron la cabeza. Su cuerpo fue enterrado en el templo de San Francisco de Asís, en Chihuahua, y su cabeza enviada a Guanajuato y colocada en la Alhóndiga de Granaditas, junto a las de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, una en cada esquina y dentro de una jaula de hierro, donde permanecieron por diez años.

En 1821 su cuerpo fue exhumado en Chihuahua y, junto con su cabeza, se le enterró en el Altar de los Reyes, de la catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Finalmente, desde 1925 reposa en el Ángel de la Independencia, de la CDMX.​

Estimados lectores, los invito a leer y conocer más sobre este interesante personaje de nuestra historia.

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