LA CONMEMORACIÓN DEL PRIMERO DE MAYO

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por Antonio Tovar León

La conmemoración del primero de mayo, tuvo lugar por primera vez en 1890. Ese año, en España, Estados Unidos, Francia, Italia y otros países los trabajadores organizaron marchas, mítines y manifestaciones para exigir el establecimiento legal de la jornada de trabajo diaria de ocho horas.

La decisión de conmemorar el primero de mayo fue aprobada en 1889 en el Congreso de la Segunda Internacional Socialista, en cuyas labores participó Federico Engels.

La resolución del congreso decía que la conmemoración debía realizarse “al mismo tiempo en todos los países y ciudades en el día establecido” en memoria de las audaces acciones de los obreros de Chicago por conquistar la jornada de trabajo de 8 horas diarias.

 

LOS ORÍGENES

A finales del siglo XIX, en los albores de la Revolución Industrial en Estados Unidos, tuvieron lugar las jornadas de lucha de los obreros de Chicago por conquistar la jornada laboral diaria de ocho horas. En ese entonces, por su número de habitantes, Chicago era considerada la segunda ciudad en importancia de EEUU. Debido a esto, tanto del oeste como del sudeste llegaban cada año por ferrocarril miles de ganaderos desocupados, creando así las primeras villas pobres que albergaban a cientos de miles de trabajadores.

Las condiciones de miseria en las que vivía la clase trabajadora fue lo que contribuyó, en medida considerable, al surgimiento de las luchas obreras por sus reivindicaciones laborales, tales como la reducción de la jornada de trabajo diaria.

Precisamente, la principal reivindicación de la clase trabajadora de Chicago fue la de la jornada de trabajo diaria de 8 horas como máximo, bajo el principio de: “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”.

El primero de mayo de 1886, los obreros de Chicago organizaron una huelga cuya consigna principal exigía la jornada laboral de 8 horas. Bajo esta consigna salieron en manifestación y esta terminó en choque sangriento con la policía.

Para reprimir a los huelguistas, las autoridades tramaron la siguiente provocación: El 4 de mayo en la plaza de Haymarket, donde se celebraba un mitin de masas, estalló de repente una bomba. Era la señal para que los policías de la ciudad, concentrados de antemano en las inmediaciones de aquel lugar, abriesen fuego contra los huelguistas.

Comenzaron las represiones masivas contra los obreros y, en primer término, contra sus líderes. A los obreros los encerraban por centenares, contra los ocho líderes del proletariado de Chicago fue instruido un proceso, en el cual 7 fueron condenados a la pena de muerte, y uno (Oscar Neebe) a 15 años de prisión.

Pese a las numerosas protestas que elevaron las organizaciones obreras de Estados Unidos y de Europa, así como de la opinión pública progresista norteamericana exigiendo anular el ilícito veredicto, lo único que se logró fue que la pena capital dictada a Samuel Fielden y a Michael Schwab, fuese sustituida por cadena perpetua, Louis Lingg murió en la cárcel. Albert Parsons, August Spies, Adolph Fischer y George Engel fueron ejecutados el 11 de noviembre de 1987.

 

SU CONMEMORACIÓN EN MÉXICO

En México, la conmemoración del primero de mayo, como fiesta combativa por la reivindicación de los derechos laborales, tuvo lugar en 1913. Aunque ya en 1912 el Partido Socialista, por primera vez, conmemoró el 1 de Mayo, no va a ser sino hasta 1913 cuando los trabajadores, agrupados en la Casa del Obrero Mundial, conmemoran en México de manera digna el Primero de Mayo.

Se calcula que en la conmemoración participaron poco más de 20 mil personas, entre hombres y mujeres. Ese día, en la que participaron varios gremios de trabajadores, salieron a las calles con pancartas y proclamando a coro con energía: ¡Queremos el descanso dominical! ¡Exigimos la jornada diaria de ocho horas!

Al paso del tiempo, la conmemoración del primero de mayo, como lucha combativa, le fue arrebatada a la clase trabajadora de México por el Estado, quien al corporativizar a los trabajadores en las centrales obreras y campesinas, hizo de esta conmemoración un acto “carnavalesco”.

Así, año tras año, el sindicalismo oficial llevó a cabo, en el Zócalo de la Ciudad de México, el “tradicional desfile del Primero de Mayo”, en el que los dirigentes de la mayoría de los sindicatos y centrales obreras y campesinas, sin consultar a sus agremiados, hablaron a nombre de éstos para mostrarle al presidente de la República en turno su alianza y respaldo a las políticas económicas y salariales.

Al inicio del sexenio de Zedillo, el sindicalismo oficial anunció la cancelación del tradicional desfile del “Primero de Mayo”. Ese primero de mayo de 1995, la cúpula del sindicalismo oficial se reunió con el presidente de la República Zedillo y todo su gabinete legal en el Teatro Ferrocarrilero.

La cancelación del desfile oficial se debió, entre otros motivos, al temor de que dicha “celebración” se les saliera de control y se convirtiera en una manifestación de protesta y rechazo a la aplicación de las políticas neoliberales del gobierno. Debemos recordar que ese año le “explotó” al presidente Zedillo la crisis financiera que le heredó su antecesor, Carlos Salinas de Gortari.

Por otro lado, el sindicalismo independiente, junto con otros sectores de la sociedad, organizaron un desfile del Primero de Mayo que culminó en el Zócalo de la Ciudad de México, el cual duro alrededor de cuatro horas. De este desfile, más adelante, en noviembre de 1997, para ser exactos, se conformaría la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) con exintegrantes del Congreso del Trabajo (CT) y el sindicalismo independiente, pero con tan sólo —411 mil 326 trabajadores (16.41%) a favor, contra 2 millones 94 mil 550 trabajadores (83.47%)— de la Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT)[1].

En 1996, el sindicalismo oficial “celebró” el Primero de Mayo en la explanada del edificio del Congreso del Trabajo. En ese acto, el presidente de la República se reunió con muchos líderes sindicales y una escasa presencia de aproximadamente 300 trabajadores petroleros y ferrocarrileros. En contraste con este acto, 250 mil personas recorrieron 22 kilómetros, en poco más de tres horas, para conmemorar el Primero de Mayo, , entre los manifestantes estaban: obreros, estudiantes, partidos políticos, colonos, campesinos, artistas, ex deudores de la banca (El Barzón) e indígenas.

Por tercer año consecutivo, en 1997, el sindicalismo oficial no “celebró” el Primero de Mayo en el Zócalo de la Ciudad de México, lo hizo en un ambiente cerrado, en esta ocasión en el Auditorio Nacional y ante 10 mil personas.

La conformación de la UNT hacia parecer que iniciaba un periodo de lucha de los trabajadores para acabar con el corporativismo sindical del Estado mexicano, lo cual no sucedió así, pues con un discurso demagógico, los máximos dirigentes de esta central obrera pretendieron hacerles creer a sus agremiados que el corporativismo se acabaría por “decreto presidencial”, por una reforma política.

La falta de conciencia política y de clase de los trabajadores, del campo y la ciudad, hace difícil que se desprendan de las rémoras de sus líderes. Así, el proletariado no sólo es víctima de la explotación capitalista y el gobierno, sino también de sus propias organizaciones, sociales y políticas —aunque estas se digan de izquierda o socialistas— que han introducido y fomentado entre la clase trabajadora, de manera exclusiva, la lucha económica, hasta convertirla en una práctica tan arraigada a su estilo de vida que cuesta mucho desprenderse de ella, haciendo a un lado la lucha política y la ideológica.

Con la lucha exclusivamente económica, se ha condenado al proletariado a no cumplir con su papel histórico: la lucha por el socialismo.

 

Notas:

[1] A favor de constituir la UNT: Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS) 300 000; Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) 52 000; Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM) 23 000; Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León (STUANL) 11 000; Sindicato Independiente de Trabajadores de Volkswagen (SITIAVW) 10 000; Sindicato Independiente Nacional de Trabajadores del Colegio de Bachilleres (SINTCB) 6 000; Alianza de Tranviarios de México (ATM) 3200; Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASSA) 1 800; otros 2 726; Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (COIAC) nd.

En contra: Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) 1 200 000; Federación de Organizaciones Sindicales de México (FOSM) 350 000; Confederación Obrera Revolucionaria (COR) 350 000; Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio de los Gobiernos de los Estados, Municipios e Instituciones Descentralizadas de Carácter Estatal y Municipal (FSTSGEM) 110 000; Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) 46 000; Consejo Nacional de Trabajadores (CNT) 25 000; Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria del Autotransporte (Sinta) 10 000; Sindicato de Pesca (SUT­Sepesca) 3 500; Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América (IESSA) 50.

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