Condiciones estructurales del 5 de mayo de 1862

Todos sabemos que México, desde su primer contacto con la cultura occidental, representó un territorio fundamental para sus aspiraciones y esto no solo no cambió con la salida del imperio español de aquí, a principios del Siglo XIX, por el contrario, provocó que las nuevas potencias imperialistas del mundo nos vieran como espacio atractivo a sus intereses.
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por Luis de Luna Mendieta

No podemos dejar pasar esta fecha que tiene un enorme significado para los mexicanos, ya que no únicamente representa un soberbio triunfo sobre un enemigo muy poderoso, sumamente belicoso, también abusivo y voraz, la Francia del siglo XIX.

Este hecho no responde a un enojo momentáneo producto de una mala conducta de México hacia ellos, ¡no!, corresponde a la visión de un ladrón, que interpreta la posición de debilidad del país, para tomar ventaja sobre sus competidores comerciales, ya que México representa un sitio determinante en la geopolítica imperialista de ese momento.

Es por ello, amigos lectores, que quiero plantear la profundidad de este hecho para nuestra vida política y económica como nación. Todos sabemos que México, desde su primer contacto con la cultura occidental, representó un territorio fundamental para sus aspiraciones y esto no solo no cambió con la salida del imperio español de aquí, a principios del Siglo XIX, por el contrario, provocó que las nuevas potencias imperialistas del mundo nos vieran como espacio atractivo a sus intereses, pues nuestra fragilidad económica, política y militar era clara, sabían que podían obtener de aquí las riquezas que demandaban.

Todos sabemos que ingleses y franceses mantenían una disputa ya vieja por ejercer ese dominio mundial, pero además se sumaban a ellos los EE. UU., una nueva y naciente potencia, todavía local, pero desesperada por expandirse en el continente sin ninguna competencia.

Por su parte, México en su interior estaba sufriendo una convulsión definitoria que confrontaba a los grupos de poder en dos bandos ―ambos liberales― quienes buscaban imponer aquí su ideal, el desarrollo capitalista.

Unos, a través de una concepción republicana y federal, y los otros, por conducto de una visión monárquica y centralista, pero ambos persiguiendo que sus intereses fueran plenamente satisfechos.

Si nos ubicamos en diciembre de 1860, el país estaba saliendo de una guerra de 3 años en donde la concepción liberal federal resultó triunfante, pudiendo entonces aspirar a implantar “La Reforma” que sostenía la Constitución de 1857.

Este triunfo, hay que decirlo, no fue del todo real, ya que, aunque los ejércitos conservadores quedaron derrotados, se transformaron en guerrillas con poca fuerza, pero no desaparecieron, por lo que su presencia seguía siendo latente. Esto lo demuestran los hechos de 1861.

Suceden tres asesinatos significativos para las fuerzas liberales: la muerte de Melchor Ocampo, la de Santos Degollado y la de Leandro Valle a manos de gavillas, que constituyen un duro golpe al bando ganador.

Pero también en el campo político sucedieron dos complicaciones; la primera, que un grupo de mexicanos deciden buscar la solución a los problemas del país en Europa, a través de un príncipe extranjero, condición que empata con la aspiración del imperio francés de obtener un territorio importante, propio y rico en América (México).

Recordemos que había una gran coyuntura política que se los facilitaba, La Guerra Civil americana. Como segundo elemento, se dio en el grupo Liberal triunfante, quien en lugar de consolidarse se fracturó debido a las mezquinas aspiraciones e intereses de sus integrantes, quienes buscaban posiciones ventajosas inmediatas al triunfo.

Aun así, el grupo ganador final fue el de Benito Juárez, quien se identificaba con la posición de desarrollo Yanki, imponiéndose por la mínima diferencia para obtener el poder público. Pero, la situación política reflejaba un mismo problema que la militar, ya que los grandes ricos quienes habían usufructuado el poder político y económico pesaban todavía.

Uno de esos grupos de enorme importancia era la jerarquía de la Iglesia Católica, quienes defendían rabiosamente sus privilegios.

En este entorno el país estaba en bancarrota; la prolongada inestabilidad política interna había dejado al país paralizado, ya que la mano de obra campesina había sido utilizada en la guerra, razón por la cual el campo era poco productivo y el mercado interno estaba ahorcado. Pero también hay otro sector productivo afectado, los artesanos, ellos también participaron como parte de los ejércitos, aunque menos significativo que el campo.

Las exportaciones que básicamente eran de materias primas, tenían un importante reflejo en lo económico y aunque también sufrieron afectación, constituía la única fuente de ingresos.

Ante este panorama el gobierno juarista tiene que declarar en julio de 1861 “La Moratoria de Pagos en la Deuda Interior y Exterior” por dos años. Es verdad, esta medida representaba una acción dura, que hace sentir preocupación y desconfianza a los capitales extranjeros invertidos en México.

Pero también hay que aclarar que este hecho únicamente constituye el pretexto para la toma de decisión de las potencias, para plantear la invasión a México. Ellos sabían que el momento era el exacto para sacar ventaja en ese afán por establecer su dominio mundial, veamos la razón.

La deuda mexicana estaba dividida principalmente en dos países europeos y un americano, la que sumaba 80 millones de pesos, de los cuales: 69 se tenían con Inglaterra, 2 con Francia. A ellos se sumó España, como buen buitre, argumentando una deuda de 9 millones, misma que tenía poco sustento, pero representaba una gran oportunidad para sumarse a la invasión, buscando una tajada ciertamente modesta pero valiosa para su decadente economía.

Por su parte los EE. UU., aunque fueron invitados a este complot y con quienes también teníamos una deuda la cual no era representativa, ellos no aceptaron participar, en virtud de que tenían una guerra civil y además, de acuerdo a sus intereses, no querían la intervención de europeos en América, por lo que su política era apoyar a México en todo.

Por ejemplo, nuestro principal acreedor, Inglaterra, estaba seguro de que México le podía pagar y que dicha moratoria no representaba gran afección a sus intereses, pero no quiso dejar pasar la oportunidad, “pues a río revuelto…”, podían sacar ventaja.

Por parte de Francia, cuyas inversiones eran pocas, pero esto es sin tomar en cuenta las intenciones expansionistas de Napoleón III por América. Así, en octubre de 1861 se reúnen en Londres los tres países europeos y de manera unilateral deciden formar una fuerza armada conjunta para venir a México para cobrar sus adeudos. De esto no es notificado el gobierno juarista, el cual se entera de manera indirecta.

Inmediatamente México entra en alerta y toman providencias a pesar de las precarias condiciones económicas reinantes en el país. Para ello crean una fuerza militar denominada el Ejército de Oriente.

La primera fuerza en llegar al país adelantadamente en diciembre de 1861 es España, con 3 mil soldados al mando del Gral. Juan Prim, y pone en sitio a Veracruz. Un mes después es cuando llegan los otros dos países.

El gobierno de Benito Juárez, a través de Manuel Doblado, establece relaciones con los invasores y les propone venir a la ciudad de México a plantear sus demandas. Se hace una comisión que encabeza el Gral. Prim, quien, como resultado, acuerda que se reunirán en un poblado veracruzano denominado “La Soledad”. Pero las pretensiones imperialistas francesas descubren sus intenciones, duplica sus fuerzas y viola el tratado de “La Soledad”.

Ante esta acción artera, ingleses y españoles deciden aceptar las seguridades de pago del gobierno mexicano y se retiran. Esta acción, aunque favorable para nosotros, nos deja ver que no era la desconfianza al pago de la deuda lo que movió a los ingleses para amedrentarnos, sino la simple codicia coyuntural y una vez reevaluados sus intereses decidieron no proseguir.

Con los franceses el motivo era otro, —el expansionismo y limitar el crecimiento americano—, a través de establecer un gobierno monárquico en México, afín a ellos y desde ahí, apoyar la causa sureña de los EE. UU.

Con esta reflexión lo que pretendo es establecer la importancia para Francia de tomar el control político, militar y económico del país y usufructuarlo con una visión colonial en su favor, razón por la cual el haber impedido el ingreso de las tropas francesas a Puebla el 5 de Mayo de 1862, no es un triunfo menor, constituye un gran descalabro a la interpretación imperialista, “de que ingresar al territorio era una tarea fácil”, no únicamente desde el punto de vista militar y económico sino decían: “de la poca conciencia de los mexicanos por defender su territorio”.

Únicamente habían tratado con los mexicanos que fueron a ofrecerles el país, suponían por ello que esa falta de espíritu nacional la tenían todos los mexicanos, por lo que iba a obrar en su favor, ya que los grupos guerrilleros derrotados se sumarían al ejército francés y aplastarían a Juárez y a sus seguidores.

Es verdad, muchos de esos grupos se sumaron al invasor, así como los ricos, la Iglesia y los reaccionarios políticos mexicanos que aspiraban a mantener sus privilegios.

Estimados lectores, mi comentario final radica que, aunque México estuviera tan debilitado como lo estaba en 1862, la fortaleza y espíritu del pueblo mexicano logró esta gran hazaña que nos debe enorgullecer, pero a la vez nos debe hacer voltear ante los factores que fueron los determinantes para que este evento se diera, y que hoy, si estuviéramos en una situación similar nos uniéramos todos los mexicanos para defender a nuestro país.

 

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