DÍA DE MUERTOS EN MÉXICO, UNA TRADICIÓN CON RAÍCES

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por Blanca Rosa Jiménez Villaseñor

Los días 1 y 2 de noviembre se festejan en México “los Muertos” (el primero para los niños y el segundo para los adultos) donde algunas familias realizan altares, tanto en sus casas como en los panteones, para sus seres queridos, que ya se han ido. Ahora, me gustaría comentarles de dónde viene esta tradición, aunque hay teorías que tratan de desvirtuar y de quitarle ese valor de carácter prehispánico para atribuirle este origen a cualquier otra cultura menos a las de Mesoamérica, aunque sabemos que la importancia de esta festividad –como de muchas otras– se logró, con ese sincretismo cultural a través de la historia.

Si hacemos un breve viaje por la humanidad vemos que el concepto de lo que representa la muerte es similar en muchos lugares del mundo. Les mencionaré solo un ejemplo de una civilización milenaria, “la Egipcia”.

Para ellos la muerte era una transición para llegar a la inmortalidad, obviamente si se contaba con los medios adecuados, como eran: una buena momificación, además de los hechizos mágicos, una serie de rituales y objetos muy específicos que se incluían en las tumbas, etc., éstas eran consideradas como el hogar de los muertos, por lo que en las ofrendas les dejaban ropa, ornamentos valiosos y comida, siendo la ofrenda un elemento más importante porque decían que aunque el Ka (fuerza vital del espíritu) se separaba del cuerpo todavía podía morir de hambre, en su trayecto por el inframundo.

Quiero hacer un comparativo y que sirva este tema para establecer que en ese tiempo las diferencias de clase ya eran vigentes. En ella, sus manifestaciones más evidentes, como en el rito de la muerte, solo les importaban y eran válidos para la clase que tenía el poder y la riqueza, porque si bien todos tenían derecho a contar con los servicios funerarios, no todos podían acceder a ellos, solo los que pudieran pagarlos, así vemos que el tiempo para momificar a un rey o reina eran de 78 días aproximadamente y del costo ni se diga, además de contar con sus criptas reales, que eran monumentales pues para eso estaban construidas las pirámides de Egipto, estas eran exclusivas para los faraones; pues aún los ricos, solo pudieron acceder a ellos cuando se simplificaron los métodos y fueron menos costosos, ya se imaginarán si los pobres podrían aspirar a alguno de estos ritos.

Ahora volvamos a Mesoamérica, en nuestra cultura, como antecedentes prehispánicos tenemos los relatos de Fray Diego Durán (nacido en Sevilla en 1537, llegó a la Nueva España cuando tenía 6 años, se ordenó fraile dominico a los 17, fue un estudioso de la cultura y de la historia prehispánica), él realizó en el siglo XVI, estos relatos en los que menciona las fiestas que dedicaban a los muertos “en el mes nueve y diez del calendario mexica. La fiesta de los Muertecitos (Miccailhuitontli), se celebraba en agosto y era dedicada a los niños. Ese día se iba al monte, se cortaba un enorme madero (xócolt) y se llevaba al pueblo”. Y la Fiesta Grande de los Muertos, se celebraba el décimo mes del calendario mexica, además de ser un ritual para sus difuntos, lo dedicaban también a la agricultura, para que no se dañaran sus plantíos y con este festejo y ofrendas llamaban a la abundancia y a la buena cosecha.

“La revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Universidad Veracruzana, señala que para nuestros antepasados el morir representaba el comienzo de un viaje hacia el Mictlán o reino de los muertos descarnados llamado inframundo”. Entre paréntesis menciono esta similitud con la Cultura Egipcia.

Pero ¿qué hacían en este recorrido? se dice que: “El viajero al llegar al Mictlán ofrecía regalos a Mictlantecuhtli (señor de los muertos) y a Mictecacíhuatl (señora del recinto de los muertos), quienes lo enviaban a una de las nueve regiones –según la causa de su muerte, era la selección de la región– donde permanecía durante cuatro años como periodo de prueba antes de seguir su viaje al inframundo”. Tenían que llegar al último nivel del Mictlán el cual representaba el lugar del eterno descanso llamado “obsidiana de los muertos”.

Cuando llegaron los conquistadores españoles a estas tierras, el mundo estaba en plena transformación del sistema económico y de gobierno. España se había convertido en un imperio y era el más poderoso, en esos momentos, este cambio que se estaba dando en el ámbito de lo económico, también lo era en el ideológico y en el religioso, por lo que la Iglesia Católica seguía siendo un poder absoluto.

Por eso, al llegar a las tierras conquistadas, recurrieron a todo lo posible para arrancar y aniquilar todas las prácticas tradicionales y religiosas que celebraban los habitantes mesoamericanos e imponer las costumbres y religión de los dominantes. Que quede claro que en este sincretismo (día de muertos), se puede destacar que el vencedor fue la pagana cultura aborigen, que matizó la festividad, y les digo la razón.

Algo que ayudó a esta fusión fue la coincidencia real o forzada que hicieron los colonizadores, de varias fechas, pero en este caso del día de muertos prehispánico, hubo una asimilación con los españoles, ya que desde la edad media, la Iglesia Católica conmemoraba el día de todos los santos el 1 y el de los fieles difuntos el 2 de noviembre, por lo que pretendían, que se olvidaran del ritual de la celebración agrícola, pero para los indígenas surgió la posibilidad de recordar a sus difuntos sin ocultarse y sin que fueran castigados. Ellos ofrecían a sus muertos: alimentos, semillas, cacao, aves, frutas, bebida, lo que era del gusto de su ser querido.

Analizando el ritual de Día de Muertos, vemos que va en contra de los principios católicos, ya que está “prohibido realizar homenajes, ritos y cultos a los muertos, porque solo Dios es sujeto a veneración y pleitesía”. Por lo que esto confirma que en esta conmemoración el rito prehispánico, dominó al católico, por lo que tiene algo a su favor, por más que quieran restarle importancia algunas personas.

Una muestra inequívoca de su trascendencia lo destaca la UNESCO, que eleva esta festividad como un tesoro cultural de la humanidad, rescatando los valores intangibles que representa esta celebración para el mundo. Desde hace tiempo México está considerado como uno de los países con más valores de este tipo y el Día de Muertos es uno de ellos.

Hay otros elementos que actúan en contra de todas estas tradiciones que son de origen popular, que reciben el impacto de las nuevas culturas, viéndose afectadas por las migraciones de las comunidades, que al mezclarse, suman las costumbres y creencias de los lugares donde estuvieron. En nuestro caso los Estados Unidos son un buen ejemplo, como el Halloween que si bien, hay alguna cercanía en las fechas y en el tema suelen estar más o menos relacionados, nada tienen que ver una celebración con la otra, generando confusiones y combinaciones que provocan la afección de la celebración en los dos sentidos.

Además, todavía hay un elemento más que tiende a cambiar el concepto de este Día de Muertos y es la comercialización, la venta de productos, que acaban en el lujo, derroche o la saturación, con tal de estar a la moda, pero no por una raíz verdadera.

Dejo una pregunta al aire ¿Cuánto durará esta tradición? Los invito a conocer y a defender nuestras tradiciones para que no pierdan su sentido y, además, a no caer en el consumismo de este sistema.

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