Conmemoramos un Primero de Mayo más en el marco de una crisis internacional sin precedentes dentro de la cual la clase trabajadora, como siempre, se lleva la peor parte.
Aun con eso, millones de hombres y mujeres deben continuar día a día cumpliendo con su jornada laboral sin ver mejoradas sus condiciones reales de vida y a la expectativa de si se recuperará o no el poder adquisitivo, o de si los gobiernos en turno les arrancarán o les concederán derechos laborales, o preguntándose a sí mismos el por qué millones de personas se encuentran en el desempleo si existe en la ley el derecho al trabajo.
¿Qué queda por hacer entonces si dentro de estos cuestionamientos se encuentran también dudas sobre los derechos básicos como educación, salud o vivienda?
Resultado de lo anterior, poco a poco se adquiere la conciencia de que es la clase trabajadora la que continúa sin beneficiarse de la riqueza que ella misma genera y de que, por el contrario, ahora más que nunca, son los ricos quienes exponencialmente se benefician de su posición ventajosa dentro de este sistema capitalista, aun con las crisis y guerras que ellos mismos provocan.
Pero esto no es nuevo. Hoy estamos aquí presentes porque en 1889, en el congreso de la Segunda Internacional Socialista, se decidió conmemorar cada Primero de Mayo en memoria de las audaces acciones de los obreros de Chicago por conquistar la jornada de trabajo de ocho horas diarias…
El Primero de Mayo es para recordar que los obreros organizados a quienes hoy homenajeamos atacaron políticamente a la democracia liberal y le arrebataron derechos básicos para la clase trabajadora de su tiempo.
Y hay que entender que la situación actual de millones de trabajadoras y trabajadores no es arte de la política ni del consenso sino del conflicto evidentemente existente entre los intereses del trabajador y del patrón. La propia jornada laboral es prueba de ello.
Pero además, el resultado directo de dicho enfrentamiento son los textos jurídicos que lo regulan y que reflejan la correlación actual de fuerzas.
La Ley laboral es parte de la expresión jurídica de la Lucha de Clases.
Nosotros, la clase trabajadora, dentro de este conflicto, nos encontramos en desventaja cuando luchamos solo por demandas inmediatas, las de carácter económico, por las cuales claro que sí debemos entrar en acción, pero con la tarea de redefinir en el campo de batalla la lucha política e ideológica que también hay que dar, así como reorganizar el sindicalismo de clase.
Intentarlo no será fácil, pues a cada paso también nos enfrentamos a los obstáculos del sistema que buscarán que demos marcha atrás, pero ese avance se tiene que dar.
Nuestra tarea no es tolerar año con año las miserables condiciones de vida que nos otorga este sistema injusto y explotador.
La actual clase trabajadora está llamada a ejercer, además de la lucha económica, la lucha política e ideológica; a liberarse de las rémoras que representan los corruptos líderes sindicales; a desarrollar su conciencia política y de clase y cumplir con su papel histórico: la lucha por el socialismo.
¡VIVA LA CLASE TRABAJADORA!
¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO!
