EL IMPERIO OTOMANO

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por Luis de Luna Mendieta

Hoy abordamos en este espacio un tema relevante para mantener información sobre los grandes imperios en el mundo, El Imperio Otomano.

Iniciaremos diciendo que la zona geográfica sobre la que se asentó es la actual Turquía, región del mundo conocida entonces como Anatolia o Asia Menor, territorio de extrema importancia para el desarrollo de la humanidad, siendo heredero del Imperio Romano de Oriente o Bizantino entre otros.

Su dominio impactó tres continentes con diferentes formaciones humanas, dando como resultado una población multiétnica, multicultural y multireligiosa que estuvo vigente por más de seis siglos. Su poder comprendía: el sur de Europa, norte de África, Asia Menor y Medio Oriente, así como, el mar Mediterráneo, el mar Negro, el mar Caspio, etc. En este espacio es donde se asientan las principales culturas del mundo antiguo como: la fenicia, la acadia, la egipcia, la griega, la romana, la persa, la babilónica, etc. La zona se convierte en un sitio estratégico para el comercio, ya que ponía en contacto dos civilizaciones: la europea y la del medio oriente con las culturas de Asia central y del este, como: la china, la hindú, la mongol, etc. Dentro de este espacio se distingue la ciudad de Bizancio o Constantinopla, ubicada en la entrada del Bósforo, sitio geográfico inmejorable desde el punto de vista económico, militar, político.

Fue fundada por el emperador romano Constantino I, al unificar el imperio en 324, por lo que decide convertirla en su sede, denominándola “la nueva Roma”, aunque en su honor, la ciudad se transforma en Constantinopla, centro de un imperio inmenso cuya extensión era de más de 5 millones de Km2. Como imaginarán, presentaba grandes problemas de control y gobernabilidad, por lo que en el año 395, el emperador Teodosio, la divide en dos partes: el Imperio Romano de Occidente con sede en Roma y el Imperio Romano de Oriente cuyo centro es Constantinopla.

La presión ejercida por los pueblos bárbaros se transforma en insostenible, lo que provoca en el 476 que caiga el Imperio Romano de Occidente y, por este hecho, desaparece el modo de producción esclavista y entra en juego un nuevo modo de producción, el feudal, dando paso así a la edad media.

Mientras tanto en el Imperio Bizantino las condiciones económicas son distintas y mejores, ya que se mantiene el contacto comercial con el oriente a través de la ruta de la seda para traer mercancías que eran muy demandadas como: la seda, piedras y metales preciosos (diamantes, rubíes, jade, perlas). También se comerciaban telas de lana o de lino, ámbar, marfil, laca, especias, porcelana, vidrio, coral, etc.

Siendo el imperio Bizantino tan importante, sufre el embate frecuente de diferentes culturas en el transcurso de los mil años que dura su dominio como: la expansión musulmana de 622, el Sultanato Selyúsida en el 1071, las cruzadas de 1096, la invasión mongola de 1243. Pero son ellos, los otomanos, quienes en 1453 consiguen la caída definitiva de Constantinopla y hacen desaparecer al Imperio Romano de Oriente, suceso que representó un hecho crucial para la historia de la humanidad, ya que este es el motivo por lo que se buscan nuevas rutas de comercio una vez que ese camino comercial queda bloqueado para las mercancías que venían de Asia.

Esto es tan importante que provoca el descubrimiento de América y con ello, no sólo una nueva ruta mercantil, sino una revolución económica en el mundo que da como resultado, la implantación del Capitalismo.

Pero ¿quiénes eran los otomanos?

Los otomanos provienen de las estepas de Asia Central en el Turkestán, como una etnia seminómada dedicada a la ganadería y al comercio. La toma de Anatolia por las tribus turcas se da aproximadamente en 1071, quienes al servicio de los selyúcidas, derrotaron al ejército bizantino y se asentaron en ella. Esto ocasiona que algunas comunidades sobrevivan en pequeños territorios que se convierten en principados autónomos.

Uno de esos principados es el otomano, el cual había obtenido de los selyúcidas territorio, cedidos a su líder Ertuğrulal, siendo este el origen de la dinastía otomana. Al fallecer él, en 1290, fue sucedido por Osmán I, hombre importantísimo, ya que de él deriva la denominación de otomanos o dinastía osmanlí. Así, da inicio el Imperio Otomano, siendo su primera acción expansionista, el control de Anatolia.

Su período de mayor crecimiento se da con Solimán I “El Magnífico” (1520 y 1566), quien conquista en Europa: Belgrado, Rodas y Hungría, establece el sitio de Viena en dos ocasiones haciendo que la Europa cristiana se atemorice. También somete el norte de África, conquistando: Egipto, Argelia, Túnez, Marruecos; y en Asia: la mayor parte del Oriente Medio, Bagdad, Damasco, etc. Lograron tener preponderancia naval en el Mediterráneo, el Mar Rojo, así como, en el golfo Pérsico. Los otomanos, una vez asentados, siguieron siendo los intermediarios comerciales entre Europa y Asia a través de Constantinopla, ahora llamada por ellos Estambul.

El Imperio era autosuficiente en lo económico, pues además del comercio, producía alimentos y materia prima en abundancia que, sus artesanos, transformaban en productos para el consumo interno y la exportación. También obtenían buenos ingresos del transporte de mercancías tanto marítimas como terrestres. Toda esa riqueza creó nuevas necesidades en la sociedad pudiente del imperio.

Pero a partir del Siglo XVIII, las condiciones de desarrollo en el mundo habían cambiado, acción que los impactó, ya que tuvieron que abrir su mercado a los productos extranjeros provenientes de las nuevas naciones capitalistas (Inglaterra, Francia, Holanda, etc.), quienes producían con otra visión y capacidad. Esto los afectó en términos de competitividad y de dependencia. Ellos no participaron en esta revolución económica, quedando su planta productiva y comercial estancada, por lo que no podían competir con las exportaciones europeas, quienes introducían sus productos al mercado otomano, desplazando y arruinando la economía otomana.

También llegaron por esa revolución nuevas instituciones políticas, métodos científicos y tecnología militar, que modificaron todo lo existente. Como ejemplo, los campesinos, quienes también quedaron en desventaja, ya que fueron sacados de sus tierras, convirtiéndolos en trabajadores asalariados de los terratenientes o si no, resignarse a acudir a las ciudades, donde se convertían en obreros (muy pocos) o en mendigos sin empleo. La última opción era unirse a bandas de ladrones que abundaban.

En el Siglo XIX, en lo político, ante la debilidad del imperio, la zona de los Balcanes que les pertenecía empieza a buscar separarse. Los pueblos cristianos de Serbia, Rumania, Bulgaria, Albania, Grecia, etc., buscan su independencia, pensamientos que serían alentados por las grandes potencias como Francia e Inglaterra para controlarlos. El primero de estos países que lo intenta es Grecia en 1821–1823, quien lo logra parcialmente. También le pasa en África con Egipto, pues en 1882, el gobierno británico asumió el poder del país, que antes controlaban ellos.

Pero ya al final del siglo XIX, se vislumbraba su caída, pues se definía al Imperio como El “hombre enfermo de Europa”. Imagínense, las grandes inversiones del país como: comercio, ferrocarriles, banca, e industrias, eran todas extranjeras, ejerciendo una presión ventajosa, pues de ellas realmente dependía la economía nacional.

Otras potencias nuevas europeas como Alemania, mostraban interés en ellos, viéndolo como un mercado para su producción industrial, fuente de materias primas y mano de obra barata. Esto provocó que el Imperio Alemán obtuviera privilegios y prerrogativas ventajosas, compitiendo así, por el control económico de la zona con las otras potencias imperialistas.

Bajo esta difícil situación estalla la Primera Guerra Mundial y el Imperio toma partido con el Imperio Alemán, y pese a este apoyo en dinero, armamento y asesoría militares, las fuerzas armadas otomanas no estuvieron a la altura y, si a ello le sumamos que crearon varios frentes, la situación se volvió crítica. Perdieron en el frente ruso ante el triunfo de la Revolución Bolchevique; el frente de Asia terminó con un triunfo británico al tomar Bagdad. En el frente sur, con la Campaña del Sinaí y Palestina, también sucumbieron, ante la presión de las revueltas árabes promovidas por los ingleses.

A la caída del Imperio Alemán, los otomanos se derrumbaron, dejando atrás y para siempre, el concepto de ese orgulloso imperio, para dar paso a través de profundas reformas y modernización a un nuevo estado: la República de Turquía,  en 1922.

Esperemos, compañeros, poder servir de estímulo para que se interesen y documenten más sobre el tema.

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