EDITORIAL
Todos los días nos vemos bombardeados con noticias sobre el avance del COVID-19; escuchamos las cifras que emite el Gobierno Federal, las opiniones de los expertos y líderes de opinión al servicio del capital, las campañas de prevención y el llamado a quedarse en casa.
Sobre el último punto cabe la necesidad de hacer una reflexión, pues si bien se nos dice que el coronavirus no distingue edad, sexo, raza o posición social, desde El Tribuno consideramos que esta afirmación es una verdad a medias, tanto en el mundo, como en nuestro país y en nuestro municipio.
En Naucalpan de Juárez habitamos 844 mil 219 personas, de las cuales el 37.1% viven en situación de pobreza (325 mil 179), y 3.9% en situación de pobreza extrema (33 mil 872), concentradas en las colonias populares del municipio.
Ciertamente, estos habitantes no pueden llevar a cabo la consigna “quédate en casa”, pues no cuentan con los medios necesarios para sobrevivir en un confinamiento. por un lado, porque ante la falta de oportunidades un gran sector vive del empleo informal y, por el otro, porque aún con la certeza de un empleo formal los salarios son bajos y los trabajadores están a merced de los patrones, si ellos deciden no cerrar, ciertamente los empleados no tienen otra opción que seguir yendo al trabajo, aunque esto implique riesgos a su salud y a la de su familia.
Si bien el coronavirus puede afectar biológicamente a cualquiera, es un hecho que la emergencia sanitaria recae sobre los más pobres, quienes no tienen certeza económica y, por ende, tienen que salir a seguir buscando cómo sobrevivir.
El coronavirus evidencia la enorme desigualdad que existe en nuestro municipio, pues no todos pueden quedarse en casa. Organicémonos para transformar esto, y que ante una crisis sanitaria, la economía no determine quien se expone y quien no.
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