EL ÚLTIMO ROSTRO DEL CAPITALISMO

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por Luis de Luna Mendieta

Como hemos venido planteando en la línea de contenidos de EL TRIBUNO, nuestra propuesta es abordar temas que permitan a nuestros lectores la posibilidad de contar con herramientas para analizar y entender la problemática social, económica y política que vivimos en nuestro país y el mundo.

Por este motivo y como complemento del artículo sobre el Imperialismo, desarrollado en este mismo número. El cual aborda con detalle las condiciones bajo las que se desarrolla esta fase del capitalismo, realizaré algunas reflexiones adicionales que me parecen fundamentales para entender la clase de enemigo que enfrentamos.

Éste es el último rostro con el que nos vamos a enfrentar en nuestra necesidad de liberarnos de la opresión capitalista, es el Capitalismo Monopolista de Estado (CME). Esta no es otra fase del sistema, ni diferente o ajeno al Imperialismo, sino que es su misma esencia, la cual se desarrolla con características sumamente peligrosas.

Ya supimos que el imperialismo es la fase superior del Capitalismo y la última. También supimos que se caracteriza por: la unión de los bancos con la industria y el surgimiento del capital financiero como el nuevo rector del desarrollo de esta fase del capitalismo. La exportación de mercancías característica de la libre competencia, evoluciona a la exportación de capitales. Las reglas cambian y el reparto del mundo entre las grandes potencias que albergan a aquellas corporaciones es total.

Además, toma como fórmula la confrontación política y militar a gran escala, que dio como resultado las dos grandes guerras imperialistas mundiales.

Ya se han tocado en EL TRIBUNO estas dos conflagraciones que son la manifestación clara de la presencia del CME, en esos estados imperialistas, como elemento dominante del sistema. Podemos decir que el CME se caracteriza por agrupar los monopolios que se van formando en las sociedades más avanzadas, producto de la anarquía en la producción, con el aparato del Estado burgués, subordinándolo a ellos, con el fin de obtener la mayor rentabilidad posible.

El capitalismo monopolista de Estado constituye el mayor nivel al que puede llegar la socialización de la producción bajo el capitalismo, por lo que constituye, según decía Lenin, “la plena preparación material del socialismo”.

No nos debe causar extrañeza que el Estado juegue en favor de la clase dominante, en este caso “la Burguesía”, ya que esa es su esencia, “ser un órgano al servicio de la clase dominante” y nunca por encima de ella como en ocasiones se cree. En este caso, en particular, la figura que adopta el Estado para servir a su clase y con ello facilitarles a los monopolios las más altas ganancias e ir absorbiendo a las empresas más chicas que les estorban, es la de insertar, en franca cercanía, a funcionarios de las empresas en el Estado y a la inversa, con el fin de controlar bien todo.

Dentro del marco del CME, la regulación de la economía la realiza el Estado, utilizando distintas formas como la creación de la actividad empresarial estatal, la propiedad estatal, la actividad mixta estatal y privada, la regulación de las inversiones, el estímulo de la demanda de consumo, los subsidios para las investigaciones científicas, el financiamiento de las medidas de protección de la naturaleza, etc.

Como podemos ver y a la vez identificar, muchas de estas medidas han sido aplicadas en nuestro país, y que tal vez no habíamos podido reconocer como una estrategia cuyo sentido estaba orientado a favorecer los intereses de esos monopolios.

Hay muchas medidas que provocan el crecimiento del sector estatal en la economía y que responden a cuestiones coyunturales como la nacionalización de algunos sectores de la industria, buscando generar rentabilidad a los monopolios. Pero también como medidas que sirven para mitigar las contradicciones de las clases, con paliativos que disminuyen la presión de la lucha de clases.

Desde la aparición del Imperialismo en el mundo, a inicios del siglo XX, estas medidas se van presentando matizadas, como si fueran de carácter social. Por ejemplo en la Rusia zarista, podemos afirmar que la caída del Zar Nicolás II, están tomadas bajo este parámetro, ya que los consorcios anglo-franceses promovieron su salida para favorecerse a través de un Estado títere, cosa que no consiguieron.

En México, podemos identificar casos que manifiestan esta política, beneficiando al capital monopólico. En 1923 se bloquea abiertamente el desarrollo del ferrocarril, para beneficiar la producción del autotransporte, además de generar exclusividad de rutas para favorecer la inversión en este sector.

También podemos recordar como en los 70’s, se nacionalizaron las plantas de automóviles de Chrysler y American Motors para rescatar estos consorcios internacionales. En las telecomunicaciones se crearon monopolios en la TV y Radio que sirvieron como plataforma de propagación ideológica para los propósitos del imperialismo.

Durante todo el período de la post-guerra, en la guerra fría, se conocieron miles de acciones con este carácter, en donde los Estados Nacionales, estaban a las órdenes de capital internacional y, como ejemplo, podemos recordar la participación de la ITT, financiando el golpe militar de Chile.

Aun así, el imperialismo tenía un freno ante la presencia del Bloque Socialista, a través del cual se manifestaba una nueva fórmula, el Socialismo, que marcaba un rumbo diferente y posible para los explotados.

Por razones claramente entendibles que hoy no vienen al caso mencionar en este espacio, el Socialismo soviético cayó y, entonces, nuevamente el Imperialismo se desbocó sin control, apareció en escena el Neoliberalismo (una cara más del capitalismo), con tal voracidad, nivel de rapiña y total opresión al proletariado, que consiguió implantar en los Estados Nacionales por conducto del CME su voluntad absoluta.

Para México y casi todos los países de América se impuso la maquila, que favorece a los grandes monopolios con altos niveles de rentabilidad, mientras que para los países dependientes al servicio de ellos, conseguían tasa “0” en los productos que procesaban para el mercado internacional. La concentración del capital se hizo mayor en menos manos y la socialización del trabajo creció a nivel mundial.

A mi juicio, con esta breve explicación, quiero establecer que el CME, es un mecanismo artero, del que se vale el imperialismo para saquearnos.

Únicamente, cuando el proletariado tome en sus manos el control de los medios de producción e instale en cada Estado Nacional la Dictadura del Proletariado, vamos a poder pensar en liberarnos para siempre de este nivel de explotación, al que estamos sometidos todos los proletarios del mundo. Ahora solo me queda solicitarles compañeros, que busquen más información, que nos permita clarificar la difícil, pero no imposible tarea, de modificar este estado de cosas.

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