Por Luis de Luna
En el artículo pasado del Tribuno sobre el Imperialismo Norteamericano, se nos explicaban los detalles para conocer como los EE. UU., hicieron crecer la temperatura de la Guerra Fría en este espacio del continente, pues desde siempre, aspiraron a que fueran de uso exclusivo de sus intereses.
Desde su nacimiento la Nación Americana construyó un concepto “El Destino Manifiesto”, pensamiento que establecía que esa Nación por designio de Dios, había nacido para dominar todo este territorio, pues su superioridad como raza, así lo establecía.
Vimos cómo desde el inicio del siglo XX, ejercen un control férreo para dominar a todos los países de la zona y ejercer su hegemonía continental. Por eso al finalizar la 2ª Guerra Mundial, la URSS, ya representaba una fuerza real, antagónica al capitalismo, por lo que la identificaron como el nuevo enemigo.
Es precisamente ésta la razón por la que se genera La Guerra Fría, evento que polariza al mundo y que hace que se enfrenten estos dos conceptos de desarrollo: el Capitalismo y el Socialismo.
Esa amenaza latente de una conflagración apocalíptica entre EE.UU. y la URSS, que implicaba el uso de armas nucleares, provoca que este enfrentamiento no se llegue a dar abiertamente, sino que se da en los países de sus respectivas esferas de influencia, para detener al adversario. Esto sucede en todo el mundo y América no es la excepción, por lo que vamos a describir lo que ocurrió en esta parte del mundo.
Los EE.UU. se sentían dueños absolutos del Continente Americano, razón por la cual, no podían permitir la entrada de esa corriente “perniciosa del Comunismo” en él.
Para impedirlo, lo primero que hacen es desarrollar una campaña de terrorismo ideológico en todos los países del continente, utilizando las herramientas más modernas, “Los Medios de Comunicación Masivos”, (radio, cine, televisión, prensa, literatura, teatro, etc.), mismos que ya habían entrado en los hábitos de consumo del público objetivo de esos países, particularmente en las clases medias y altas de ellos.
Esto crea una fuerte corriente de opinión y pensamiento en esos sectores, identificando al “Comunismo” como un sistema perverso; contrario a la libertad, a la democracia, al libre pensamiento, a los valores del individuo, que obstaculiza el desarrollo de la nación; atacando a la libre empresa, motor del desarrollo en los países libres, etc.
Es tan eficiente esta carga ideológica que provoca, una paranoia anticomunista que en los años 50’s, incluso en los propios EE.UU., conocida como El Macartismo, organizada por el senador Joseph McCarthy, desencadenó persecuciones, detenciones y vejaciones a personas y grupos que son acusados de comunistas, también actos aberrantes, enfocados a grupos inofensivos como: artistas de Hollywood, intelectuales, periodistas y, por supuesto, contra líderes sociales.
Por otro lado, en el terreno militar, en marzo de 1947, Washington diseñó la “Doctrina Truman”, que hacía necesaria evitar la expansión de la “tiranía comunista”. Esta “Política de Contención”, organiza en Panamá “La Escuela de la Américas” destinada a formar mandos militares nacionales para combatir las insurrecciones en sus países.
Como resultado de su fracaso militar en las guerras de Corea y Vietnam, deciden para el continente, auspiciar gobiernos militares, utilizando el aparato represivo del Estado existente, quien puede generar las condiciones adecuadas para salvaguardar sus intereses económicos y políticos en América. Por ello, provocan que se reorienten los conceptos de esos ejércitos cuya función era la defensa de los países, por la de órganos de represión feroz, contra la protesta social, ya sea campesina u obrera dependiendo de cada país. Las fuerzas castrenses así, toman el control de la sociedad para garantizarle al imperialismo sus beneficios económicos.
Si, por otro lado, analizamos el grado de la organización popular en la zona, sabremos que estas son muy bajas y empobrecidas. El detonante significativo en América se da con la Revolución Cubana y la Crisis de los Misiles de 1962, que inicia la presencia del pensamiento comunista en el continente.
La preocupación es total en Washington, por lo que deciden aplicar en América del Sur, una organización a todas luces ilegítima y nociva que fue denominada “Operación Cóndor”, dentro de la Doctrina de Seguridad Nacional, con el fin de poner en armonía a todos los Estados represivos de la zona (Chile, Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia y, posteriormente, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela), formando una coordinación para compartir información clasificada entre ellos. Esta implicó, oficial y directamente, el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios con tortura, traslados entre países, violación y desaparición o asesinato de todo tipo de personas que participaran en movimientos, que ellos consideraran como subversivos. Esto se hacía violando los más elementales derechos civiles y humanos.
Esta estrategia tiene como punto de partida el golpe militar en Brasil en 1964, orquestado por los EE.UU., cuyo propósito era evitar transformaciones sociales basadas en un modelo de participación estatal, que ante los ojos Yanquis, fue considerado peligroso, siendo Henry Kissinger, señalado como su ideólogo.
La Operación Cóndor se constituyó en una organización clandestina internacional para aplicar el Terrorismo de Estado que consiguió el asesinato y desaparición de decenas de miles de personas, la mayoría de ellos miembros de movimientos de la izquierda, de sindicatos, de intelectuales, periodistas, estudiantes, docentes, etc. Los llamados Archivos del Terror, hallados en Paraguay en 1992 dan la cifra de 50,000 personas asesinadas, 30,000 desaparecidas y 400,000 encarceladas.
Compañeros, todos sabemos que estas acciones, realizadas por estos gobiernos dictatoriales y no, en América Latina fueron acciones orquestadas por el imperialismo Yanqui que, sin el menor pudor, con tal de enriquecerse las aplicaron.
Por ello, queridos lectores, los invito a conocer más de este tema tan importante.
