La Guerra de Independencia y la Soberanía Popular

La principal contradicción social era la que existía entre los peninsulares y el pueblo, constituido éste último por los criollos, los mestizos, los indígenas y negros. Era una pugna entre los dueños y controladores de la economía y el gobierno y, por tanto, opresores contra el pueblo desposeído, explotado y por tanto oprimido.
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por Antonio Tovar León

De muchos es conocido, y se puede constatar en la historia nacional, que, en los milenios de la historia antigua, las civilizaciones prehispánicas tuvieron un esplendoroso desarrollo autónomo y muy original, desarrollo que fue truncado de manera violenta por el hecho brutal de la conquista.

La conquista fue posible gracias a que los españoles contaban con medios de guerra superiores a los de los pueblos mesoamericanos, además, también aprovecharon las divisiones de los aztecas con los pueblos sometidos por ellos, lo que les permitió a los conquistadores avasallar y someter a su dominio a los pueblos mesoamericanos, imponiéndoles un modo de producción que tenía por base la entrega a los españoles de la tierra con todo y personas: la encomienda.

De ese hecho lamentable habrían de acontecer 300 años de coloniaje español, de exterminio indígena, de saqueo de nuestras riquezas naturales, de trabas para el desarrollo económico de estas tierras, etcétera.

A lo largo de esos tres siglos, bajo el yugo español, bajo la discriminación social, al calor de la resistencia indígena y del espíritu indomable de nuestros abuelos que nunca se apagó, se fue gestando la consciencia e identidad como nación que habría de dar a luz, tras el doloroso parto de la Guerra de Independencia, a la patria mexicana de la que formamos parte y somos herederos.

¿Cuál fue el significado, alcances y limitaciones de la gesta libertaria de 1810-1821?

La lucha independentista fue en primer lugar una guerra entre dos ejércitos: el realista y el insurgente; es decir, fue una lucha que inevitablemente adquirió la forma de una confrontación bélica en la que los oprimidos empuñaron las armas y emplearon diversas tácticas militares como la guerra de guerrillas para enfrentar al ejército realista, un enemigo poderoso, disciplinado y bien armado y así, conquistar la ansiada libertad.

La Guerra de Independencia fue asimismo una guerra popular, es decir, fue una guerra en la que participó la inmensa mayoría del pueblo mexicano, apoyando, abasteciendo y combatiendo en las filas del ejército popular insurgente. Esas tropas hacían de cualquier objeto o herramienta un arma de lucha. Los jefes militares como los Bravo, los Galeana, los Matamoros y el insigne Morelos, surgieron del pueblo humilde y se forjaron y templaron al fragor de los combates. Esta también fue una guerra popular porque en su ala más progresista, encabezada y representada en la figura de Morelos, enarboló como bandera de lucha las más nobles aspiraciones del pueblo: abolición de la esclavitud, independencia ante España, moderación entre la opulencia y la indigencia, es decir, la justicia social, entre otras.

La Guerra de Independencia fue también una guerra de liberación nacional, pues el principal objetivo de esta fue la eliminación del dominio español.

La lucha por la independencia fue también una lucha de clases. Al iniciar el siglo XIX, la sociedad estaba dividida en varios grupos. Hasta arriba se encontraban los españoles peninsulares o sea los españoles nacidos en España, quienes ocupaban los principales puestos en el clero, el ejército y el gobierno; les seguían los criollos o españoles nacidos en América quienes, aunque tenían algunos privilegios, estaban marginados de los altos puestos en el gobierno, la milicia, la iglesia, el comercio y la explotación minera. Les seguía la población mestiza y, en la parte más baja de la pirámide social estaban los indígenas y toda la serie de castas derivadas del mestizaje de la población negra. Todos ellos, mestizos, indígenas, negros y castas constituían la gran mayoría de la población trabajadora que movía la agricultura, la minería y la metalurgia, principales actividades económicas en la llamada Nueva España.

La principal contradicción social era la que existía entre los peninsulares y el pueblo, constituido éste último por los criollos, los mestizos, los indígenas y negros. Era una pugna entre los dueños y controladores de la economía y el gobierno y, por tanto, opresores contra el pueblo desposeído, explotado y por tanto oprimido. Al término de la lucha independentista la pugna entre opresores y oprimidos no se elimina, sino que adquiere nueva forma; nuevos ricos sustituyen a los viejos y ocupan su papel opresor.

La lucha independentista dio un gran jalón en nuestra historia. El nacimiento de México como nación independiente y soberana sin la tutela de España, fue un paso hacia el progreso. A partir de entonces se abrirían las puertas para que el pueblo mexicano pudiera decidir y desarrollarse felizmente sobre su territorio.

No obstante, la patria no nació auténticamente independiente y soberana. La soberanía quedaría en entredicho porque no sería el pueblo quien mandara sino los ricos que se enseñorearon de ella, ni tampoco independiente porque esos mismos ricos crearon nuevas dependencias con otras potencias extranjeras.

Desde entonces se inició una batalla que hasta hoy perdura: los ricos y las fuerzas reaccionarias por vender y empeñar nuestra soberanía y las fuerzas progresistas con el pueblo trabajador por defender nuestro territorio, recursos naturales y hacer que sea la voluntad del pueblo trabajador la que prevalezca.

Los gobiernos de corte neoliberal, siguiéndole los pasos a Santa Anna y a Porfirio Díaz, siguen vendiendo la patria. Salinas vendió a lo grande con el Tratado de Libre Comercio y Zedillo hizo lo propio al igual que Fox, Calderón y Peña Nieto, privatizando las empresas públicas y entregando la riqueza nacional al capital extranjero a través de la explotación de nuestros recursos naturales.

El pueblo por su parte no ha dejado de luchar, continúa resistiendo. Hoy la lucha se centra en hacer valer la soberanía del pueblo. Ahí están las luchas de los indígenas de todo el país, por defender sus tierras y recursos; de los trabajadores del campo y la ciudad por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo; de los estudiantes por defender el derecho a la educación en todos los niveles.

El pueblo trabajador, con su lucha, continúa la tarea de los héroes que cayeron antes. Tú no te quedes parado a la orilla del camino, lucha; es deber de todos hacer la historia de la Patria.

Septiembre 2014 

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