LÁZARO CÁRDENAS Y EL NACIONALISMO REVOLUCIONARIO

¡Comparte este contenido!

por Laura Alejandra Aldana Chávez

Para analizar la historia es necesario entender los procesos históricos en su contexto político, económico y social a nivel nacional e internacional. Por lo que al estudiar cualquier etapa o momento histórico debemos tener en cuenta que no se trata de catalogar o calificar tal o cual momento o personaje como bueno o malo, sino de entender las condiciones materiales que permitieron que se desarrollaran dichos procesos.

De ante mano, me disculpo si el presente análisis carece de un análisis histórico riguroso, (datos, fechas, sucesos, etc.) lo que pretendo es obtener un conocimiento acerca del denominado Cardenismo y su base económica.

Para entender las características de este gobierno, se tienen que analizar los aspectos sociales, económicos y políticos en nuestro país y a nivel internacional en la década de los años 30’s.

En primer lugar, en México, tenemos un periodo posrevolucionario, en el que las fuerzas revolucionarias se institucionalizaron, con el fin de desarrollar el capitalismo desde la dirección del Estado Mexicano con la participación de todos los sectores, militar, obrero, patronal, agrario y popular, agrupados en centrales corporativas.

En esta etapa de consolidación del Estado y su base económica de desarrollo, se llevaron adelante medidas desde el gobierno en beneficio de pequeños propietarios. Por ejemplo, el reparto agrario de más de 20 millones de hectáreas a aproximadamente un millón de campesinos, además de que se modificó el Código Agrario y las leyes relativas a la distribución de la tierra.

Junto con la reforma agraria se organizó a los productores para darles asistencia técnica, capacitación, investigación y educación agrícola, además de promover créditos a través del Banco Nacional de Crédito Ejidal, para que los campesinos pudieran acceder a maquinaria y equipo agrícola, y a los insumos productivos.

Todo con el fin de desarrollar este sector económico, ligado más tarde, a un modelo de sustitución de mercancías.

Otra fuerza importante fue la clase obrera, a quienes había que mantener en calma para evitar la movilización y permitir el desarrollo capitalista, dándoles concesiones importantes mediante la creación de organismos sindicales de carácter oficioso como la Confederación Nacional Campesina (CNC), organización mexicana de ejidatarios, comuneros, solicitantes de tierras, asalariados y productores agrícolas fundada en 1938, y la Confederación de Trabajadores de México (CTM), una central sindical obrera fundada en 1936.

Finalmente, para apagar las fuerzas políticas, se reorganizó el Partido Nacional Revolucionario, modificando su estructura con cuatro grandes sectores: campesino, obrero, popular y militar; ahora con el nombre de Partido de la Revolución Mexicana.

Entre 1937 y 1938 se completó la nacionalización de la red ferroviaria y, después de un conflicto obrero-patronal, en el que el gobierno dio la más clara muestra de bonapartismo pues sustituyó la acción de la clase trabajadora, el estado nacionalizó el petróleo y expropió los bienes de las compañías petroleras residentes en México, lo cual trajo un conflicto diplomático.

A nivel internacional, el panorama mundial era de crisis y enfrentamientos civiles, que al final de la década llevarían al estallido de la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de Lázaro Cárdenas dio refugio a muchos de los exiliados por esos conflictos entre ellos León Trotsky y cientos de refugiados españoles.

El gobierno cardenista no solo tuvo simpatía, sino que fue abierto defensor de la lucha Republicana en España. Sin embargo, ideológicamente, nunca tuvo una tendencia al socialismo como muchos quieren hacerlo ver. Solamente hubo una abierta simpatía hacia el socialismo, pero nunca llevó adelante un programa socialista para el país.

Por otro lado, el Partido Comunista era incapaz de proponer un programa independiente al cardenismo, carecía de una independencia de clase y su poca influencia en la clase obrera lo achicaba frente a las centrales corporativas.

El nacionalismo revolucionario, es decir, la tendencia nacionalista que surgió posterior a la independencia, por la necesidad de una identidad nacional y que durante la Revolución se potenció por la necesidad de construir el Estado Mexicano, con tintes desarrollistas, usó como principal argumento “el desarrollo de la nación”.

Más concretamente se refiere a una serie de tareas que el gobierno llevó adelante para desarrollar el capitalismo nacional usando el aparato estatal para crear la infraestructura necesaria para explotar los sectores más importantes de la economía: petróleo y ferrocarriles. Se intentó lo mismo con la industria eléctrica, pero su nacionalización se quedó a medias.

La debilidad de la pequeña burguesía atada al capital imperialista fue un freno o al menos un bloque opositor, pero más adelante fue altamente beneficiada.

Probablemente, aún podemos encontrar una serie de ideas a favor de regresar a ese modelo de desarrollo, el nacionalismo revolucionario, debido a que en el colectivo imaginario existe la idea de que ese gobierno sí se preocupaba por cubrir las necesidades de la población, con educación, empleos bien remunerados, programas de vivienda, etcétera.

El gobierno de Cárdenas también es caracterizado por ser capaz de enfrentarse al imperialismo para defender la soberanía. Sin embargo, debemos entender, que detrás de este “desarrollo para el bien de la nación” se esconden los intereses del desarrollo capitalista y sus beneficiarios, la burguesía. Y tampoco debemos olvidar que la demanda de materias primas derivado de la guerra mundial que tuvo escenario principalmente en Europa, tuvo gran influencia para garantizar el desarrollo nacional.

Hoy en día en nuestro país y en el mundo el capitalismo se encuentra en una fase imperialista, en la que las empresas altamente rentables generan mercados para la venta de sus mercancías a costa de catástrofes, pandemias, guerras de baja intensidad, entre otros, a esto hay que agregar que, por la apropiación de la riqueza en manos privadas, la polarización social cada vez es mayor.

La clase trabajadora necesita aprender sobre su historia para ser consciente de su gran potencial de transformación, mediante la organización y lucha, con un programa socialista, es futuro puede ser nuestro.

Total Page Visits: 525 - Today Page Visits: 3
¡Comparte este contenido!
Construyendo Conciencias
Construyendo Conciencias
Artículos: 153