MORENA, RUMBO A LA ELECCIÓN DE 2021

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A poco más de seis años, cuando morena se preparaba para contender por primera vez en un proceso electoral, hacíamos el llamado a cuidar las formas de selección de candidatos para tener al frente a nuestros mejores cuadros políticos, los mejores hombres y mujeres, más capaces que, al ser elegidos democráticamente en asambleas, pudieran gozar de legitimidad, de ser acompañados por la militancia en su campaña teniendo el honor de abanderar las causas del pueblo…

Antecedentes

En la elección de 2015 la militancia de morena pudo atestiguar cómo se dieron las mismas prácticas y vicios, comunes en otras agrupaciones políticas, pero ahora al interior de nuestro propio partido, y cómo las dirigencias hicieron caso omiso de lo que a ojos de todos era evidente: la antidemocracia, el clientelismo, el amiguismo… Si bien es cierto que la selección de candidatos fue mediante asambleas, estas candidaturas fueron definidas mediante un proceso de insaculación, seleccionadas al azar en una tómbola, dando como resultado la inconformidad de la militancia, la realización de campañas dispersas y el notable distanciamiento de las dirigencias hacia la base militante.

Aun tratándose de una elección intermedia, morena se posicionó como la cuarta fuerza a nivel nacional, quedando de manifiesto que la ciudadanía estaba dispuesta a apoyar al partido y a su dirigente Andrés Manuel López Obrador –que venía impulsando el Proyecto Alternativo de Nación con el que se pretendía impulsar una verdadera transformación en el país–. A su vez, el 2015 también fue el indicio que llamó la atención de políticos vulgares, ambiciosos y desleales a los que no les importó comenzar a abandonar sus agrupaciones políticas para brincar a nuestro partido y ponerse la camiseta de morena, apoyados por otros tantos personajes igual de vulgares, desleales y ambiciosos propios de nuestro partido-movimiento quienes les abrieron las puertas.

La falta de democracia al interior del partido, así como el aplazamiento para renovar los comités ejecutivos municipales y el enquistamiento de algunos personajes ambiciosos en cargos de dirección estatal y nacional, sirvió para que una parte de la militancia se diera cuenta de que las cosas no eran como nuestros documentos básicos planteaban, pues gran parte de la militancia fue marginada de todo proceso interno, salvo la parte de volantear y pegar propaganda durante las campañas.

La elección del segundo Comité Ejecutivo Nacional y su actuación a lo interno, confirmó el hecho de que morena era considerado una maquinaria electoral, con el único propósito de llevar a Andrés Manuel a la presidencia en 2018. Para muchos militantes ese objetivo bastaba porque era un anhelo muy sentido de muchos mexicanos, ellos no buscaban nada más que su participación para hacer a AMLO presidente, ya del resto se encargaría él.

El culto a la personalidad

El delegar en un líder las decisiones que compete tomar a los militantes; el tolerar la creación de figuras como los Promotores de la Soberanía Nacional, estructuras paralelas de “Enlaces”, Coordinadores Distritales, etc.; el aceptar que los congresos no fueran espacios de discusión, de debate y propuestas, sino espacios de adulación al máximo dirigente, donde las decisiones ya estaban tomadas y los congresistas e invitados únicamente asistían para avalarlas; además de otros comportamientos, generaron el culto a la personalidad.

Las prácticas y vicios antes mencionados, además del culto a la personalidad, le han hecho bastante daño –no solo al partido–, sino al movimiento social y a las luchas de los trabajadores. Pues los falsos aduladores no hacen otra cosa que repetir el discurso del líder para ganar favores y sentirse lidercillos, engañando no nada más al electorado, sino a sectores de la misma militancia que llegan a creer en su demagogia. Basta con observar a quienes han estado al frente de dichas estructuras paralelas creadas por Andrés Manuel y, veremos, que se componen –en su mayoría– por gente incondicional a él, y no podría ser de otra forma, pues a muchos de estos protagonismos mal entendidos es evidente que los mueven aspiraciones mezquinas de poder y dinero y que han utilizado esos encargos para construir sus propias bases, conformando grupos de intereses para negociar con otros grupos iguales de ambiciosos, corruptos y gansteriles que desde hace tiempo se encuentran en morena.

La gota que derramó el vaso fue el Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México, que muchos firmaron y celebraron con júbilo. Este acuerdo político significó la confesión de que la dirigencia nacional de morena no confiaba completamente en la militancia y su trabajo en campo para garantizar, junto con la fuerza del voto ciudadano, ganar la elección presidencial. Este acuerdo significó el abrir las puertas a políticos del PRI, PAN, PRD, PVEM y personajes de otras agrupaciones empresariales e incluso de la farándula, pues solo así, además de la alianza con el PT y el PES, se podían garantizar los votos suficientes para convertir a Andrés Manuel en presidente.

El error fue evidente, pues se empeñó el partido y el 50% de las candidaturas al PT y al PES, además de cargos y puestos en las administraciones de los tres niveles de gobierno. Los 32 millones de votos para AMLO reflejaron también, el hartazgo de la ciudadanía hacia los partidos y regímenes anteriores, por lo que no era necesario que morena hiciera una alianza, y menos con el PES que, dicho sea de paso, perdió su registro.

El Proyecto Alternativo de Nación, por el que fundamos morena, se sacrificó con la política de alianzas.

Desprecio a la Formación Política

Así entonces, proceso tras proceso, ya sea a lo interno del partido o de contienda electoral, se perdió la esencia de lo que era y sigue siendo una tarea principal: la formación política de los militantes. Esta sigue siendo una necesidad para que la militancia cumpla con lo que mandata el estatuto, pues mediante una previa, ejemplar y cuidadosa formación política podemos informar, concientizar y organizar a la sociedad, pero las dirigencias prefirieron marginar a la militancia honesta, crítica y capaz de llevar adelante esta tarea y, en su lugar, se han dedicado a construir descaradamente un aparato electorero y clientelar.

Al adoctrinamiento de quienes siguieron participando lo disfrazaron de formación política simulando cumplir con ese requisito fundamental para la consolidación del partido. Y aunque, por otro lado, existen intentos bienintencionados por parte del INFP, la realidad es que, al no definirse ideológicamente, morena, para ser visto como un espacio plural e incluyente, dio entrada desde su fundación a todas las corrientes ideológicas y de pensamiento, y eso en apariencia suena bien, pero es otro grave error que tanto daño le ha hecho al partido.

Nosotros definimos, al neoliberalismo, como los argumentos ideológicos que emplea la clase burguesa para defender el actual sistema económico capitalista y, por lo tanto, existe una contradicción en nuestros estatutos, que es cuando definen como un enemigo a combatir precisamente al neoliberalismo, pero al ser éste una ideología o forma de pensamiento, entonces también tiene derecho a formar parte de este partido “incluyente y plural”.

El gobierno de Andrés Manuel

Lo expuesto hasta aquí no se trata de una opinión personal o subjetiva, tampoco se está estableciendo si a lo largo del camino recorrido, morena ha cometido tal o cual acierto o error. –Solo se retoman los hechos que todos pueden confirmar– y de los que cada quien tiene la libertad de opinar y determinar si morena ha cambiado su rumbo original.

En cuanto al gobierno emanado de la coalición, puede decirse que ha caminado solo, pues el partido ha estado desactivado y enfrascado en pugnas internas. Ante el ataque de la oposición al gobierno de AMLO, éste ha sabido superar las dificultades que representa el haber recibido un país destrozado, violentado y saqueado, pero sin poder llevar a cabo cambios estructurales que permitan realmente dar los pasos para una transformación verdadera. Es verdad que las políticas sociales benefician a los sectores más vulnerables de la población, pero también es cierto que estas políticas solo han servido para mitigar la pobreza y los efectos de la crisis económica, mientras los intereses de los grandes capitalistas no han sido tocados.

Si bien es cierto que se han llevado a cabo algunas medidas para combatir la corrupción, pero–el presidente se equivoca al afirmar que el neoliberalismo es sinónimo de corrupción y que éste se ha acabado–. Veamos esto, las políticas neoliberales aplicadas por el PRIAN, en pocas palabras, significaron la privatización de empresas estatales importantes en beneficio de los grandes capitalistas, por consiguiente, mientras no se recuperen puertos, aeropuertos, carreteras, playas, minerales, ferrocarriles, telecomunicaciones, agua, banca, etc., no se puede afirmar que el neoliberalismo se ha acabado.

Debemos reconocer y, desde luego, apoyar la acción del gobierno para combatir la corrupción, reconocer que se ha logrado que grandes empresas y bancos paguen sus impuestos, ya que ello contribuye a los programas sociales que el gobierno otorga. Aunque, debemos también decir que este nuevo gobierno, de la cuarta transformación, ni por error tocará los intereses de la burguesía, de los capitalistas, recordemos cuando se intentó regular las comisiones que cobran los bancos, simplemente no sucedió. Nos toca seguir vigilantes de temas como el outsourcing, así como las pensiones – afores, Infonavit, etc.

Después de haber empeñado al partido y al quedar éste desactivado y desarticulado, Andrés Manuel vio realizado su objetivo, en el tercer intento, de llegar a ser presidente de México, pero al no tener el respaldo de un morena firme y estructurado, este gobierno simplemente puede limitarse, entonces, a combatir algunos de los excesos que descaradamente cometen los capitalistas, como el ser corruptos o no pagar sus impuestos y, por otro lado, a mitigar la situación de sufrimiento del pueblo y sobrellevar estos tiempos de crisis y de pandemia… pero tocar la estructura económica del gran capital, de transformar este sistema económico de explotación del hombre por el hombre, queda claro que este gobierno no lo hará.

Así como vemos diariamente a representantes de la derecha en puestos clave de los gobiernos y administraciones en los tres niveles, también los vemos reagrupándose y organizándose no solo en las calles sino también al interior de nuestro propio partido. Gran parte de la militancia ha sido desplazada y, en su lugar, se encuentran grandes bloques ambiciosos y serviles de gente dispuesta a participar en esta agencia de colocación de empleos, que es así como ven a nuestra organización política.

Morena sin su líder

Después de que Andrés Manuel se retiró de su cargo en el partido y llegó a la presidencia de México, se ha mostrado la verdadera cara de quienes desde entonces nos dirigen, no solo de quienes han participado en el jaloneo por la presidencia del partido, sino también de todos los componentes del CEN que, a sabiendas de lo que pasa, solamente callan y, sigilosamente, se acomodan para ver ahora a quién hay que obedecer. Claro que ellos, en su demagogia, lo explican con argumentos como “que hay que entender la política”, “que en morena existe la dirigencia de base y la base dirigente” o cualquier otra ocurrencia mal concebida, producto de sus intentos de imitación del discurso del presidente… ¡Hay que tener tan poca vergüenza para decir esa sarta de mentiras!

Lo cierto es que la militancia de base, más honesta y crítica, reconoce a esos pequeños caciques que operan igual o peor que el PRIAN, que se han convertido en todo lo que combatimos desde que fundamos el partido. También es cierto que no hay mecanismo que logre que la militancia revierta eso, ya que los estatutos se han modificado una y otra vez y la Comisión de Honestidad y Justicia ha dejado mucho que desear, así como cada intento de democracia interna es desbaratado por esos resquicios de estructuras paralelas, de enlaces, de coordinadores, de caciques incondicionales a sus propios intereses y, a veces, también a AMLO.

Cuando finalizaba la pelea por la nueva dirigencia y, debido a la injerencia de entes externos, se vislumbraba un escenario aún peor, en ese momento el CEN y los personajes en disputa –se acordaron de la militancia– e hicieron un llamado a la unidad y la lucha por el partido. Esa militancia tan olvidada, despreciada, desplazada, utilizada y culpada por la dirigencia en muchas ocasiones por lo acontecido, por supuesto que no respondió a ese llamado.

El último periodo demostró que morena (dirigencia y base) ni siquiera fue factor para poder elegir a su nueva dirigencia y, por lo tanto, su nuevo rumbo. Las simpatías fugaces por uno u otro aspirante sin conocerlos o, por el contrario, conociendo sus reprobables trayectorias, demuestra la falta de formación política y de una definición ideológica de la gran mayoría de la base militante. Finalmente, para elegir el nuevo orden interno de morena ni siquiera hizo falta morena, pues la sustituyó el TEPJF, el INE y quien se declarara simpatizante del partido; tampoco hizo falta la democracia, solo un concurso de popularidad y encuestas, quizás amañadas que ganó, por cierto, el peor de todos los contendientes a la presidencia del partido.

Claro que hubo descontento, pero un partido convertido en una máquina electoral no es capaz de organizarse a lo interno para alzar la voz, para protestar, y que esa protesta obtenga resultados positivos. ¡Y todavía hay quienes defienden, a veces sí y otras no, reglamentos y leyes que representan “la legalidad” de los procesos!

Veamos, la derecha, por estatuto –es decir, la cuestión de inclusión de todas las ideologías y formas de pensamiento, la pluralidad, etc.–, tuvo un lugar dentro de morena desde el primer momento. La derecha ocupó los lugares que pudo desde el principio y comenzó a organizarse, pues morena prometía mucho y, ante la caída en picada del PRIAN y sus partidos satélites, bien valía la pena integrarse a morena en lugar de ser su competencia. Al final, la derecha también se encargó de dictaminar la reciente dirección de morena y ahora está lista para manejar al partido y negociar las candidaturas de cara al 2021. ¡Y todavía hay quien justifica todo lo acontecido!

¿Cómo rescatar a morena?

Ante este panorama desolador, podemos elegir entre actuar de manera simulada y creer que nuestra participación se limita a seguir afiliados a morena y competir en los procesos mediante alianzas o pactos de unidad que solo dan como resultado actores oportunistas y serviles que mantienen (y defienden) el estado actual de las cosas y el cómo, según ellos, el avance será de forma gradual hasta conseguir la justicia social, la igualdad y ese tipo de cosas que prometen en toda campaña electoral.

Podemos, por el contrario, elegir comprometernos con la construcción de una organización revolucionaria, de hombres y mujeres leales a principios, formados políticamente y deseosos de aportar más de sí mismos a la lucha política, económica e ideológica, siguiendo un programa que nos ayude a trazar el camino para lograr uno a uno nuestros objetivos en interés de clase del pueblo trabajador.

Para esto nos debe de quedar claro que –morena no es un partido de clase–, porque se autodenomina de ideología reformista, cardenista y socialdemócrata y esto le ha quedado perfecto a la derecha. Pero si observamos nuevamente la definición de que nuestro partido es incluyente y plural, es muy importante darnos cuenta de que –tenemos todo el derecho de existir igualmente, dentro de morena, quienes nos asumimos marxistas, socialistas, que podemos rescatar a morena haciendo el esfuerzo de organizar a las izquierdas dentro del partido, así como se han organizado ya los sectores de derecha–.

Nosotros proponemos la organización de los sectores más críticos y honestos de la base militante bajo conceptos ideológicos –que no promuevan la pluralidad ni incluir a todos por igual–, pues demostrado está que ese error ha costado muy caro al partido, incluso ya se han dado manifestaciones de desacuerdo al respecto y eso es un avance muy importante, que celebramos, porque es un mensaje directo a AMLO, quien en su momento fue el principal artífice del perdón a los que se arrepentían y decidían “sumarse” al partido, sin importar su dudoso origen o sus reprobables trayectorias.

Finalmente, a nuestros compañeros y compañeras fundadores de morena que se apartaron de la dinámica interna y se refugiaron en la actividad de apoyo al gobierno del compañero presidente, de una manera franca y solidaria se les hace un llamado a reintegrarse a la vida interna del partido, ya que las políticas de alianzas orillaron al presidente a dejar muy claro de quienes recibiría apoyo y asesoría, y es por eso que hay elementos de la derecha en su círculo más cercano desde su campaña. Nuestro trabajo debe orientarse, entonces, con mayor prioridad que respaldar y promover al gobierno, en rescatar lo rescatable de nuestro partido.

El obradorismo y la 4T

El obradorismo es, tal vez, el resultado del apoyo más honesto que se dio por parte de la militancia hacia la figura de Andrés Manuel, pero él mismo ha dicho que se retirará después de su sexenio. ¿Qué pasará entonces con todos los militantes y simpatizantes que conforman el obradorismo? ¿A quién le entregarán su militancia y lealtad cuando Obrador no sea más un actor político al cual apoyar? Nosotros pensamos que esos compañeros y compañeras deben regresar a la vida interna del partido porque necesitamos de su capacidad y firmeza para dar la lucha y rescatar a morena, sumar fuerza a la izquierda al interior del partido, pues aún después de AMLO hay mucho trabajo por delante que hacer, nos quedan muchas tareas por realizar. Si nuestro compañero decide retirarse no habrá reclamo, él ha hecho su trabajo.

Debemos combatir el arribismo, el oportunismo, el falso protagonismo, el clientelismo, el servilismo, tanto a quienes los practican como a la acción en sí misma, pues son actos que están afectando a morena y por los que al partido –la ciudadanía le pasará factura–.

Aquí es muy importante aclarar que, a pesar de las prácticas, métodos y vicios empleados en los procesos internos de morena, existen honrosas excepciones, actores políticos emanados de la base militante honesta, incluso fundadora de este partido, que han llegado a cargos clave desde los cuales promueven y defienden los valores y principios que sí nos representan y que, por supuesto, vale la pena apoyar y acompañar como militancia consciente y crítica.

Millones son las personas que se sumaron al obradorismo e impulsaron la Cuarta Transformación, y lo siguen haciendo; ya hemos mencionado también que hay honrosas excepciones quienes dignamente ahora nos están representando, así como también militantes formándose como futuros cuadros políticos que darán la lucha muy pronto. Pero entonces ¿por qué, como partido, nos encontramos en la desafortunada situación actual?

Los mercenarios de la política han secuestrado al partido, han pasado por encima de nuestros documentos básicos y, desde dentro, sus cómplices nos han traicionado. Nos han robado incluso las palabras, nuestros lemas. La lucha por la Cuarta República (que abría la posibilidad de debate sobre de qué tipo debería ser esa república, que nosotros aspiramos a que sea socialista) pasó a convertirse a un concepto más genérico llamado Cuarta Transformación, algo aún interesante, pero de repente eso también cambió y, en su lugar, ahora tenemos algo muy ambiguo llamado “4T” que para la gran mayoría de personas ya no expresa nada.

La 4T, a las personas, no les significa ni les compromete a nada más que apoyar al presidente o seguir participando en los procesos electorales, así como también se ha convertido en una calcomanía que conviene usar a quienes se promueven (en muchos casos de forma oportunista y/o deshonesta) para competir por cargos en gobiernos y administraciones. Han vulgarizado el término “4T”.

Y por lo que respecta a Obrador, nuevamente se convierte en la imagen a explotar en esta próxima contienda electoral, pues no hay a quien no le convenga presumir su foto con Andrés Manuel en redes, o presumir que no la utilizarán, pero dejando claro que también la tienen. El obradorismo pasa entonces a significar simplemente márketing político muy rentable y, de este modo, también nos lo han arrebatado.

Sobre lo que hay que reflexionar rumbo al 2021

Muy lejos y empolvados han quedado ya esos conceptos con los que iniciamos este documento, que hablaban de seleccionar de entre nosotros a las y los mejores hombres y mujeres, mejores y más capaces para que gocen de legitimidad y de ser acompañados por la militancia en la realización de sus campañas, para tener el honor de abanderar y representar las causas del pueblo trabajador en sus próximos cargos…

Lo que vemos ahora es algo totalmente distinto a eso, ya que todo contra lo que luchamos desde un principio lo tenemos ahora en morena y tenemos que combatirlo en nuestras propias filas. El presupuesto para esta próxima elección no es un factor menor, pues al tratarse de 2,195 millones de pesos, podremos comprender, entonces, que estos personajes ambiciosos se disfracen de obradoristas y traten de imitar el discurso del compañero presidente, pero que con sus acciones demuestran sus verdaderas pretensiones. Dicho lo anterior, preguntémonos:

¿En qué momento la entrega de despensas y dádivas se convirtió en una política interna de morena? Así como la pinta de decenas de bardas y entrega de utilitarios, con su sello distintivo, en tiempos no electorales.

¿En qué momento se toleraron prácticas como el acarreo en algunos casos o la utilización de servidores de la nación para la promoción de personajes ambiciosos?

¿En qué momento se aceptó el dejar de ser militantes combativos para hacerse a un lado del camino o para jugar el papel de serviles cómplices de quien tuviera la oportunidad de negociar cargos y nóminas?

¿En qué momento se hizo a un lado la humildad para reconocer si un candidato tiene la capacidad de representar o no a las bases y, en su lugar, el factor a medir es su popularidad en redes o encuestas?

¿En qué momento se resignó la militancia a no ser representada en comités ejecutivos municipales, a no ser parte de las decisiones que afectan la vida interna del partido y a cargar con cacicazgos de quienes se enquistaron en un cargo de dirección?

Peor aún ¿Cómo es posible que personajes conocidos por ser oportunistas, chapulines, cochuperos y traidores (a veces entre ellos mismos), se atrevan cínicamente a pregonar la unidad? Aquí no estamos generalizando, pues hay quienes buscan la unidad en torno a valores y principios, pero existen casos de personajes que se muestran como los paladines de la unidad (siempre y cuando sea en torno a ellos mismos o a sus propios intereses).

Como podemos ver, el panorama pareciera desalentador, pero no debemos desmotivarnos, puesto que hemos comprobado que, si tuvimos la capacidad de fundar un partido político y avanzar hacia la toma del poder político, siempre caminando contracorriente, –entonces debemos confiar en nuestra capacidad– y hacer nuevamente un esfuerzo y luchar contracorriente ahora al interior de nuestro partido, para poder reorientar el rumbo, junto con esa militancia honesta que, aún al margen, no ha abandonado las filas.

Participemos en los procesos que vienen. Por todo lo anterior no pretendamos abandonar la lucha por espacios políticos, por el contrario, debemos aspirar a ganarlos impulsando a nuestros mejores cuadros políticos, teniendo claro que no son un fin, sino un medio más, son espacios que –deben ser utilizados como tribuna para seguir construyendo y fortaleciendo la conciencia de la necesidad de la organización del pueblo–, para luchar organizadamente por los intereses que garanticen su porvenir, por sus intereses futuros e históricos.

Reencontrémonos, reorganicémonos, redefinamos el rumbo, pero, sobre todo, asumamos nuestro papel revolucionario que no está marcado por ningún calendario electoral. Recuperemos los principios y valores que ellos han pisoteado, fortalezcamos la dignidad de la militancia. Rescatemos la Formación Política del desprecio ejercido por años por parte de las dirigencias. Independientemente de la existencia o no de un Instituto de Formación Política, llevemos a cabo esa tarea por nosotros mismos, tal y como lo comenzamos desde la propia fundación de nuestro partido, siempre con contenidos cuidadosamente seleccionados.

Para esto, debemos proceder a hacer el análisis del mundo objetivo y, además, es indispensable contar con un método, y por método debe entenderse la vía mediante la cual se logra alcanzar un fin. El problema aquí es poder determinar cuál debe ser ese método. Al respecto, consideramos que este método no debe ser un dogma que dé soluciones hechas, por el contrario, se requiere de un método que tenga siempre en cuenta hechos y circunstancias que nunca son los mismos, un método que no separe jamás la teoría de la práctica, el razonamiento de la vida, y ese método no es otro que el materialismo dialéctico.

La Formación y Capacitación Política es nuestra propuesta para elevar el nivel de conciencia política y de clase de aquellas personas dispuestas a luchar por la conquista de las más caras, históricas y nobles aspiraciones del pueblo para edificar la nueva sociedad. En esta formación política es fundamental el estudio del marxismo-leninismo (el socialismo científico), ya que este está íntimamente ligado a una filosofía y al método del materialismo dialéctico.

¡Por una corriente ideológica definida a lo interno de nuestro partido!

¡Por una Tendencia Socialista en Morena!

¡Por la lucha por el socialismo!

¡Súmate al Comité Temático “Construyendo Conciencias”!

20 de noviembre 2020

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