PRINCIPIOS DE LA LÍNEA POLÍTICA

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por Antonio Tovar León

INTRODUCCIÓN

La línea es el camino, la dirección por la que se pretende marchar para llegar a la meta. Sin línea política se anda como a ciegas, dando golpes sin ton ni son. La línea es como la luz de un faro que alumbra y guía, a una embarcación para que pueda llegar a su objetivo. De igual manera, en la lucha política, la organización debe dotarse de una línea política que le marque el camino por el que debe transitar para conquistar el objetivo último que se ha fijado.

“Se entiende por táctica de un partido su conducta política o carácter, la orientación y procedimientos de su labor política” -Lenin

Consideramos que la línea política de la organización debe ser que el pueblo gobierne, pues hasta estos momentos, pese a estar consagrado como un derecho del pueblo en el artículo 39 constitucional, en la práctica los que han dirigido la sociedad son los que detentan el poder económico y, por ende, el poder político (son los dueños de los medios de producción).

Desde la disolución de la comunidad primitiva hasta nuestros días han sido los dueños de los medios de producción los que han dirigido la sociedad y la han gobernado en su propio provecho y de los suyos y nunca en beneficio de las masas trabajadoras: los esclavistas, en el mundo antiguo, dueños de la tierra, los instrumentos y de los hombres mismos; los señores en el medioevo, propietarios de la tierra y de manera parcial de los campesinos siervos; y, en la actual sociedad capitalista los burgueses, dueños del capital.

Creemos que ha llegado el momento de que el pueblo trabajador cumpla con su papel histórico —al que está llamado— y luche organizadamente por la emancipación de toda la sociedad, por edificar la nueva sociedad en donde no tenga cabida la explotación del hombre por el hombre.

Para que el pueblo pueda acceder al poder político y dirigir su propio destino se requiere de la organización y la formación política del mismo, de armarse con una línea política y, esta, debe estar sustentada en principios ideológico-políticos, así como de una filosofía y un método.

 

PRINCIPIOS

DEMOCRACIA

Este vocablo entendido etimológicamente como “el poder del Pueblo” y, en los propios términos de la Constitución Política, como “un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”, traducido como principio, como vocación, es una actitud de vida mediante la cual el hombre y las organizaciones que la practican, comprenden y tienen en gran estima el papel de las masas trabajadoras como hacedoras de la historia.

En consecuencia con esta concepción, asumen su responsabilidad de informarse verazmente sobre los acontecimientos trascendentales en el país y en el mundo y, por ende, participan activa y responsablemente en la vida económica, social y política de su entorno comunitario, gremial, sectorial, nacional e internacional. Saben escuchar, discutir y llegar a acuerdos. Son conscientes y respetuosos de la diversidad de ideas y opiniones existentes en la sociedad, así mismo de las decisiones mayoritarias, de la voluntad e intereses del pueblo.

La democracia va de la mano con la lucha por la justicia y la libertad, e implica también conocer, ejercer, defender y ampliar los derechos humanos y políticos de todos los ciudadanos. La democracia exige también el desarrollo de la conciencia política de los trabajadores y el impulso de su participación organizada en los acontecimientos sociales.

La democracia es posible sólo con la participación consciente del pueblo en la discusión, toma de decisiones y ejecución de acciones.

Existen dos tendencias contrapuestas que se desvían de este requerimiento de la democracia, a saber: el democratismo y el autoritarismo. Este último impone a las masas, en tanto que el primero, disfrazado de democracia, plantea que las masas trabajadoras sin conciencia política aparentemente tomen las decisiones; uno impone, el otro manipula. El terrorismo es una vertiente de políticos que con acciones radicales suplantan la actividad de las masas.

RESPETO

El respeto no lo podemos definir en abstracto, debemos precisarlo en concreto respondiendo a la pregunta ¿Respeto a qué? La respuesta más general es: respeto a todo aquello que haga posible la convivencia armónica, justa, libre y democrática en una sociedad cuya norma máxima es así mismo el respeto a las decisiones soberanas del pueblo. Algunas respuestas más particulares podrían ser:

Respeto a la diversidad de ideas

Partiendo de que en la realidad existe la diversidad en sus formas de existencia y desarrollo y de que nuestra conciencia es el reflejo de esa realidad, es natural que asimismo exista una diversidad de ideas: Esas ideas podrán ser correctas o erróneas, posibles o imposibles, realizables o irrealizables —eso la práctica lo dirá— pero jamás debemos negarles el derecho a ser expresadas.

Las ideas, sobre todo con relación a la sociedad, dependen de los intereses económicos y políticos de cada individuo, organización, clase o grupo social. Como esos intereses son a menudo objetivamente antagónicos, es de esperarse que surja una lucha igualmente objetiva (inevitable) y antagónica (irreconciliable) entre ideas contrapuestas. Así que tampoco es coherente con el respeto, la aceptación llana de cualquier punto de vista, aunque no sea el acorde con nuestros intereses y tengamos claro que, en casos como estos, el sólo hecho de expresar el parecer propio lleva implícita la lucha contra las ideas e intereses que nos son adversos.

El respeto a la diversidad de ideas implica también el respeto a las ideas propias, implica tener criterio propio, independencia de juicio y tener el compromiso y la valentía de expresarlo y defenderlo sin temor a la confrontación.

Por otro lado, hay que tener claro que las contradicciones que surgen en el seno del pueblo pueden y deben ser resueltas conversando, que es posible llegar a acuerdos por la vía del diálogo.

Hay quienes emplean el término tolerancia para designar este concepto. Nosotros preferimos el de respeto ya que la tolerancia es más afín al disimulo, a soportar y a solapar con paciencia algo que perjudica o con lo que no se está de acuerdo.

Se ha utilizado el término “pluralidad” para designar el respeto a la diversidad de ideas, nosotros preferimos esta terminología en virtud de que aquella también ha sido empleada por quienes niegan la lucha de clases, por quienes sustentan y promueven la conciliación de clases.

Respeto a los derechos de los demás ciudadanos, comunidades, pueblos y naciones

Las sociedades antidemocráticas se rigen y se sustentan no en un estado de derecho sino en la violación de las leyes, práctica que convierten en institución. Tal es el caso de la sociedad mexicana, en la que el principal violador de la Constitución Política es el Gobierno, quien en lugar de ser garante de los derechos de todos los ciudadanos, atropella hasta los más elementales derechos humanos, las garantías individuales y colectivas; no respeta y mucho menos está dispuesto a ampliar las libertades democráticas. Una sociedad cuya vida se funde en el respeto debe exigir que el gobierno, antes que todo, sea respetuoso de los derechos ciudadanos.

Es evidente que si entre los ciudadanos y entre las organizaciones y comunidades de las que forman parte no se practica el respeto a los derechos de los demás, esa sociedad llevará en su seno, en sus células más recónditas, el sello de la antidemocracia, de la discordia y de la descomposición social.

Respeto a las decisiones mayoritarias

Es de elemental cultura política que el respeto a las decisiones mayoritarias es uno de los pilares de la vida democrática. Sin embargo, en la práctica sucede, la más de las veces, todo lo contrario. Muchos individuos y organizaciones que se dicen democráticos hacen del atropello de las decisiones mayoritarias y del privilegio de sus propios intereses el principio máximo que norma su conducta política. El propio gobierno tiene su origen, y se sigue sosteniendo, en la vulneración de la voluntad de la mayoría del pueblo.

Respeto a la autonomía, a la independencia o la soberanía de los individuos, organizaciones, comunidades, pueblos y países

Muchos problemas se evitarían si se fuera respetuoso de la autonomía de las personas, de las organizaciones, de las comunidades, de los pueblos y de las naciones. Pero es precisamente la incomprensión y la falta de respeto a ese valor, la autonomía, lo que deteriora e incluso impide la convivencia democrática y la unidad del pueblo.

Y es esta una práctica tan enraizada que habría que empezar por erradicar desde el ámbito familiar donde prevalece un paternalismo castrante y nocivo que no permite a los futuros ciudadanos emprender plenamente su vida, seguros y responsables de sí mismos.

¿Cuántas veces son los padres los que se toman las atribuciones de decidir la vida que compete decidir y construir a sus hijos mayores de edad? ¿Cuántos son los hijos que no luchan por su independencia, sino que se conforman, e incluso se complacen en que sus padres resuelvan sus problemas y decidan sus vidas?

Si desde aquí nace la incongruencia con el principio de la autonomía ¿Qué podremos esperar de la comprensión y efectivo respeto de la autonomía de las comunidades indígenas y de los municipios, de la independencia de las naciones y de la soberanía de los pueblos?

Respeto a las preferencias sexuales

Ha pasado mucho tiempo para que al fin la sociedad vaya arribando a una maduración en esta materia y acepte que la diversidad también existe en la forma en que los seres humanos viven su sexualidad, que es posible y respetable cualquier preferencia sexual distinta a la heterosexual. La incomprensión de este planteamiento ha sido la causa de una más de las discriminaciones sociales.

Respeto a la cultura, identidad y tradiciones de cualquier grupo social o pueblo

En torno a esta materia, producto de un desarrollo histórico y de los intereses de clase, se ha generado una de las más grandes confrontaciones sociales: los diferentes pueblos han desarrollado una concepción etnocentrista que concibe a su pueblo y cultura como la única, la mejor, la superior y que excluye a otros pueblos, que no es capaz de aceptar la existencia de estos con toda su riqueza e identidad cultural y ha sido la causa de muchas desviaciones como el racismo, la intolerancia religiosa e idiomática, la xenofobia, etcétera.

Respeto a la naturaleza, al medio ambiente

Sobra decir que el medio ambiente natural es el sustrato sobre el cual se realiza la actividad social de los seres humanos, que es indispensable para su vida y que, por mucho que haya resistido la carga demográfica con toda su actividad económica, dando como resultado nocivo la contaminación, requiere ser conservado y respetado.

 

ESTUDIO

El estudio es la actividad racional encaminada a comprender científicamente la realidad. El estudio como principio es una actitud irreconciliable con la ignorancia, la superstición, el oscurantismo y la acción inconsciente.

Se concibe al estudio como una actividad de toda la vida. Se estudia para transformar la realidad. Se estudia para ser libre, para ser digno.

¿Qué hay que estudiar?

Todos los fenómenos del Universo y la naturaleza, del micro y macrocosmos, de la sociedad y el pensamiento. Todo aquello que contribuya a elevar el nivel cultural del pueblo puede contribuir, en consecuencia, a conquistar la libertad del pueblo, siempre que se le emplee en función del logro de este noble objetivo.

En la lucha social, en concreto, hay que estudiar la historia universal y nacional, las experiencias de lucha de otros pueblos, la teoría que explica científicamente el desarrollo social y otras ciencias desde un enfoque consecuentemente científico que sirven para impulsar la organización y la lucha del pueblo, tales como la psicología, la pedagogía, la economía, la filosofía, las ciencias naturales, las ciencias aplicables, etcétera.

Al respecto muchas organizaciones que se preocupan por elevar el nivel político-ideológico de sus militantes han elaborado un guión de estudios a desarrollar. Es preciso, también, que cada quien en lo individual asuma el esfuerzo de estudiar y prepararse cada día más. A este propósito son amigos bienvenidos un libro, una revista, el periódico, los programas televisivos y radiofónicos culturales, videocasetes, películas y todo material que aporte conocimiento científico y cultural.

 

DIGNIDAD

La dignidad es un concepto que encierra todos los atributos que distinguen al ser humano como un ser elevado, excelso, notable en el Universo y por ello, merecedor de estimación, respeto y honor.

Tener dignidad es poseer la calidad moral que nos hace ser respetuosos de la condición humana de nuestros semejantes y de nosotros mismos.

La dignidad, con elogiar la condición humana, no cae en la arrogancia y la soberbia de ver al hombre por encima de todo. Ser digno es también ser sencillo y respetuoso de los demás seres de la naturaleza; eso también es respeto por uno mismo ya que los seres humanos, la humanidad, en última instancia somos naturaleza.

Ser respetuoso de la naturaleza es respetarse en última instancia a uno mismo, ya que los hombres, los seres humanos, la humanidad, somos naturaleza a fin de cuenta. La dignidad no es ego ni antropocentrismo.

La dignidad es una condición inalienable del ser humano, es su naturaleza, su origen, su índole esencial. De ahí que cuando se arremete o se atenta contra la dignidad de una persona se obtiene la respuesta más viva y más contundente.

La dignidad es la esencia de la humanidad. Dignidad y humanidad son dos factores concomitantes (van juntos, a la par, concuerdan y se complementan mutuamente) en un mismo fenómeno que es el ser humano.

¿Qué factores nos hacen diferentes a los seres humanos de los demás seres de la naturaleza? O, en otras palabras, ¿qué nos dignifica? ¿qué nos ennoblece, que nos distingue?… o bien ¿Cuáles son los atributos propios de los seres humanos? o ¿Qué es la condición humana? Todo aquello que hace crecer y desarrollarse al hombre: trabajo, conciencia-pensamiento, pensar, amor, la búsqueda y la práctica de la verdad, la vida colectiva, el ser social, el valor, el esfuerzo por el progreso, la comprensión mutua, la solidaridad, la ayuda mutua.

Es preciso tomar conciencia de nuestra condición humana, de nuestra dignidad.

¿Qué es lo que denigra, lo que rebaja la dignidad?

La pereza, el parasitismo, explotar y ser explotado, inhibir el derecho y la posibilidad de que el pueblo se desarrolle intelectualmente, el oscurantismo, la superstición, la mentira, la cobardía, el individualismo, el conformismo, la enajenación.

En la práctica política del pueblo ¿Qué significa tener dignidad?

Significa tener conciencia de que somos trabajadores; que, en nuestra actividad social, el trabajo es la condición básica para que exista y se desarrolle la sociedad, que nuestra actividad social laboral es importante. Es necesario valorarlo y luchar porque se valore, porque no se enajene (porque no nos lo roben), porque otros no vivan a expensas de él, porque no nos exploten.

CRÍTICA Y AUTOCRÍTICA

La crítica y la autocrítica es un principio cuyo oficio es detectar y corregir los errores. Es por tanto un factor de desarrollo, es un elemento que sirve para la superación de lo viejo y construcción de lo nuevo.

Partimos de que, en la sociedad actual, vivimos lastrados por toda una serie de vicios que limitan nuestro desarrollo pleno como seres humanos. Lastres como el individualismo, el egoísmo, la prepotencia, la mentira, la cobardía, el conformismo, la apatía, etc., minan nuestro crecimiento, nos denigran, deshumanizan y empequeñecen.

Pero también concebimos que el hombre es un proceso constante de desarrollo, es un ser susceptible de perfeccionamiento. Y un motor de ese desarrollo es precisamente la crítica y la autocrítica.

Ante la crítica puede haber una actitud positiva o reactiva. La actitud reactiva es la que no reconoce el error y busca en la justificación o los errores ajenos el apego a los propios. La actitud positiva, en cambio, parte del reconocimiento del error. En ese reconocimiento está la mitad del camino para superarlo, el resto es la búsqueda de alternativas y voluntad para corregirlo.

La crítica y la autocrítica tienen las siguientes características: es oportuna, justa, constructiva, fraterna, directa, objetiva.

  • Oportuna: Es preciso hacer la crítica en el momento en que se advierten las deficiencias, ya que dejarlas para después nos convierte en cómplices de su preservación. La crítica y la autocrítica deben ser un ejercicio cotidiano.
  • Justa: La crítica tiene que ejercerse con un amplio sentido de justicia, señalando dónde está lo incorrecto de tal o cual acto y a los directamente responsables; jamás responsabilizar de una falta a alguien que no la cometió y nunca tachar de errónea una conducta que tiene su justa razón de ser.
  • Creadora, constructiva: La crítica tiene como finalidad, ante todo, construir, edificar lo nuevo, cambiar actitudes, generar nuevas perspectivas. La crítica no busca la pulverización del ser humano al pie de sus errores. La crítica no es murmuración destructiva o burla hiriente de los defectos de la persona.
  • Fraterna: La crítica se hace en forma fraterna y serena, sin carga emocional o negativa (rencor, ira). Más bien tendría que hacerse con un profundo amor por los compañeros y un fuerte deseo de que sean mejores. Tampoco es correcto ofenderse por una crítica justa, plena de verdad y formulada con tacto y amistad. Hay que restarle valor a la divisa: “La verdad no peca, pero incomoda”.
  • Directa: A veces, cuando se critica, se tiende a generalizar, a hablar en plural o de manera tangencial, pero ello se presta a la ambigüedad, a involucrar a quien no tiene responsabilidad o a rehuir y en última instancia solapar las conductas negativas por temor a las respuestas reactivas de las personas criticadas.
  • Objetiva: Al señalar una conducta errónea se requiere observar las cosas tal como son y partir de hechos en lugar de los dichos y mucho menos de los rumores propalados por la gente: La objetividad le dará un sustento firme a la justeza de las críticas formuladas.

Los hombres no somos seres perfectos, pero somos perfectibles. Cometemos errores, pero estamos en posibilidad de corregirlos y ser mejores.

La crítica y la autocrítica son dos aspectos complementarios de un mismo principio. Se complementa mutuamente la agudeza para ver las deficiencias de los demás con la honestidad y el rigor para enjuiciar la conducta propia a la vista de todos en la perspectiva de aprender los unos de los otros. La crítica ayuda a conocer, comprender, al enemigo y a no ser influenciado por sus planteamientos. La crítica contribuye a conceptualizar mejor la realidad, la vida y, en ese sentido, a elevarse intelectualmente.

LA SOLIDARIDAD

Frente al individualismo y el egoísmo burgués, el reconocimiento de colaboración y la ayuda mutua es deber y responsabilidad de toda persona íntegra, de toda organización democrática; adherirse a los ideales y las causas comunes del pueblo trabajador, apoyando en todo y con lo que se pueda las acciones que contribuyan a elevar la conciencia de clase de los trabajadores, del campo y la ciudad, para edificar la nueva sociedad.

LA LIBERTAD

Calidad que adquiere el hombre cuando tiene las posibilidades de desarrollarse plenamente, libre de la enajenación y de toda explotación. Se es libre cuando se es capaz de pensar y actuar responsablemente con plena conciencia de las necesidades, del deber. Esta libertad no conoce cárceles ni cadenas.

LA HONESTIDAD Y CONSECUENCIA

Entendida como la fiel defensa de los intereses del pueblo, el apego a la verdad y una conducta coherente con las ideas y las palabras que se sustentan.

LA JUSTICIA

Es un valor que nos permite defender todos los derechos que coadyuvan al desarrollo pleno y digno de los seres humanos.

LA SENCILLEZ

Calidad que permite a los luchadores sociales realizar con satisfacción y en igualdad de derechos desde las más grandes hasta las más pequeñas tareas. Niega la división entre los intelectuales, autores de las ideas brillantes y los planes geniales, y la masa —como simple ejecutora de las tareas prácticas concretas—. Previene contra las actitudes protagónicas, el culto a la personalidad, el caudillismo y la corrupción por el poder.

MÉTODO

Para que el militante y la organización participen activamente en la transformación de la sociedad, consideramos necesario que deben tener un período de reflexión y análisis, de razonamiento exacto, de la misma; se requiere comprenderla, es decir, se necesita analizar la realidad siempre cambiante, el mundo objetivo, conocer cuáles son las fuerzas motrices que las impulsan a desarrollarse y cambiar.

Para proceder a hacer el análisis del mundo objetivo es indispensable contar con un método, y por método debe entenderse la vía mediante la cual se logra alcanzar un fin. El problema aquí es poder determinar cuál debe ser ese método. Al respecto consideramos que este método no debe ser un dogma que le de soluciones hechas, por el contrario, se requiere de un método que tenga siempre en cuenta hechos y circunstancias que nunca son los mismos, un método que no separe jamás la teoría de la práctica, el razonamiento de la vida, y ese método no es otro que el materialismo dialéctico.

De igual manera se requiere que la organización atienda la formación política de sus militantes, en particular, y del pueblo en general, ya que esto le permitirá, al militante, refutar los argumentos burgueses que justifican la perpetuación de toda forma de explotación. En esta formación política es fundamental el estudio del marxismo-leninismo (el socialismo científico) ya que este está íntimamente ligado a una filosofía y a un método: los del materialismo dialéctico.

  

“La base del materialismo es el reconocimiento del ser como creador del pensamiento, por consiguiente, para ser un materialista consecuente, no basta con repetir esta fórmula, hay que serlo en el dominio del pensamiento y en el dominio de la acción” -G. Politzer.

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