por Antonio Tovar León
Con el término Estado del bienestar —también conocido como Estado benefactor, Estado providencia o Sociedad del bienestar— se designó a las políticas gubernamentales encaminadas al mejoramiento del bienestar material general de la población. Es decir, a la aplicación de una política social que garantice el cumplimiento de los derechos de seguridad social, tales como: pensiones para trabajadores y adultos mayores, salud y educación públicas, subsidios por discapacidad, legislación laboral, etcétera.
Los antecedentes más inmediatos con los que se caracteriza al Estado del bienestar (como las pensiones públicas y el seguro social) se desarrollaron en la década de 1880, con la industrialización de los países occidentales. Y no podía ser de otra manera, pues el capitalismo trajo por un lado la concentración de enormes riquezas en manos de la burguesía y, por otro lado, el empobrecimiento la clase trabajadora.
Con la pauperización de la clase trabajadora, en la mayoría de los países de la Europa Occidental a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y, ante la presión política de los movimientos y la lucha del proletariado, los gobiernos se vieron forzados a adoptar en sus legislaciones la llamada condición social de la clase trabajadora y el trabajo, legislación que al paso del tiempo fue progresivamente modificada. Las medidas adoptadas por los gobiernos capitalistas fueron muy puntuales y de alcance mínimo.
A pesar de que algunos autores consideran que los antecedentes más inmediatos del Estado del bienestar se encuentran con los orígenes de la Ilustración1, no es sino hasta le segunda mitad del siglo XX (considerada como el auge del Estado del bienestar), que los gobiernos de los Estados capitalistas introducen en sus legislaciones los derechos de los trabajadores y de la población en general, para aplicar políticas sociales en beneficio de la clase trabajadora y de la población en general.
Lo anterior fue posible por el auge económico mundial, en las décadas de 1950 a 1970. Este auge tiene su explicación en la reactivación de las economías capitalistas para reconstruir Europa, devastada por la Segunda Guerra Mundial, siendo el capital estadounidense el principal beneficiario de esa reconstrucción, razón por la cual los Estados Unidos se consolidan como la potencia económica, política y militar mundial.
Es importante mencionar que la aplicación de la política social en beneficio de las clases populares sólo se dio en los países de Europa Occidental2, Estados Unidos y algunos otros países en vías de desarrollo como México. Y a pesar de que existen diversos modelos sociales de Estados del bienestar, tienen en común una particularidad: tratar de mejorar las condiciones materiales y de trabajo de la población en general mediante:
La provisión universal basada en el principio de ciudadanía, la reinserción rápida al mercado de trabajo a los desempleados, un elevado número de empleos públicos (nórdico); la asistencia y la seguridad social mediante el aumento en las pensiones y subsidios por discapacidad (continental); sistema de subsidios dirigidos a la población en edad de trabajar y a los jóvenes —cada familia recibe una asignación por hijo, que se transforma en “ingreso mínimo” a los 16 años a quienes continúen estudiando— (anglosajón); las pensiones y gastos de asistencia social muy bajos con acceso condicionado a las prestaciones (mediterráneo).
El modelo norteamericano del Estado del bienestar, que los publicistas yanquis difundieron, fue la imagen de la familia norteamericana con automóvil, televisor, refrigerador, estufa de gas, lavadora y demás electrodomésticos.
El Estado del bienestar fue posible, según algunos teóricos, gracias a la combinación de varios factores: el reformismo socialdemócrata, el socialismo cristiano, las élites políticas y económicas conservadoras ilustradas, y los grandes sindicatos industriales, lo que hizo posible esquemas más amplios de seguro obligatorio, leyes sobre protección del trabajo, salario mínimo, expansión de servicios sanitarios y educativos, así como el reconocimiento de los sindicatos como representantes económicos y políticos legítimos del trabajo.
Si bien es cierto que los impuestos son la principal fuente del Estado del bienestar, también lo es el hecho de que el alto nivel de vida del que gozan los habitantes de los países ricos del primer mundo, se debe, en gran medida, a la explotación que las naciones ricas llevan a cabo sobre las naciones pobres de América, África y Asia.
Cuando los teóricos burgueses afirman que en 1945 se implementaron en Europa Occidental políticas económicas que llegaron a ser conocidas como Estado del bienestar moderno, no lo explican en razón de la reconstrucción de la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial, sino en función de lo que Eric Hobsbawm —entre otros— ha llamado la edad de oro del capitalismo, ya que ocasionó el crecimiento económico sostenido más exitoso en el siglo XX.
La aplicación de políticas sociales —pensiones, sanidad, educación pública, cultura y otros servicios— por los gobiernos capitalistas de Europa Occidental, en su momento, respondieron al hecho de que, después de la Segunda Guerra Mundial, se conformó el bloque socialista, con una economía planificada bajo la dirección de los Estados obreros y, a fin de frenar el avance del socialismo, dichos gobiernos capitalistas se vieron forzados a flexibilizar su política liberal y establecer lo que llamaron economías mixtas, aplicando una política social que tenía como finalidad disuadir a los trabajadores de la lucha revolucionaria por el socialismo.
Pero cuando Europa del Este, junto con la URSS, entraron en crisis económica y política en la década de los 80, Margaret Thatcher junto con Ronald Reagan, promovieron un proceso mundial de ajustes y reformas denominado Globalización y, comenzaron el desmantelamiento del llamado Estado del bienestar. Mediante este proceso presionaron desde las metrópolis imperialistas y los centros financieros internacionales a los países, para que pusieran a la venta sus empresas públicas. Esto fue posible por la caída del Europa del Este y el desmembramiento de la URSS.3
Para finalizar, diremos que los teóricos burgueses no conciben al Estado como un instrumento de represión, sino como un ente, como una construcción jurídica y, por tanto, como el organismo que representa los intereses de toda una nación. De esta concepción concluyen que el Estado debe asumir la responsabilidad de la prestación de un gran número servicios para la población en general. Estos teóricos no ven o no quieren ver que el Estado, históricamente, ha tenido y seguirá teniendo una naturaleza clasista.
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Notas
1 Debemos recordar que las monarquías absolutistas de la segunda mitad del Siglo XVIII, que pertenecían a los sistemas de gobierno del Antiguo Régimen europeo, incluyeron en su política las ideas filosóficas de la Ilustración, según las cuales, las decisiones humanas deben ser guiadas por la razón, es así como nace el despotismo ilustrado, caracterizado por el paternalismo, en oposición a los enciclopedistas que veían necesario el protagonismo y la intervención del pueblo en los asuntos políticos, incluso asignándole el papel de sujeto de la soberanía popular. La frase Todo por el pueblo, pero sin el pueblo, sintetiza este despotismo ilustrado.
2 Los modelos del Estado del bienestar, de los países de Europa Occidental son: el nórdico —Dinamarca, Noruega, Suecia, Islandia, Finlandia— ; continental —Alemania, Austria, Francia Bélgica, Holanda, Luxemburgo— ; anglosajón —Reino Unido, Irlanda— ; mediterráneo —España, Grecia, Italia, Portugal—.
3 La caída de Europa del Este, y en específico de la URSS, no significa el fracaso del socialismo ni del marxismo. Tampoco se puede atribuir, dicha caída, exclusivamente al estalinismo. Debemos recordar que desde su nacimiento el Estado soviético estuvo amenazado por los Estados capitalistas imperialistas: Triunfada la Revolución Rusa de 1917, se desató la guerra civil (1917-1922) entre el Ejército Rojo y el Movimiento Blanco, este último apoyado por el ejército imperialista de 14 naciones.
