¿QUÉ ES EL FASCISMO?

Al escuchar la palabra fascismo es muy común que se le asocie con el movimiento político fundado en Italia por Benito Mussolini, así como la instauración de una dictadura totalitaria, y en efecto lo es, pero el fascismo es mucho más que solo un régimen militar totalitario, es una manifestación que forma parte de algunas de las varías teorías económicas burguesas que han existido en el capitalismo, siendo similares al franquismo y al nazismo.
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por José Dolores Martínez Ledezma

El fin de la Primera Guerra Mundial trajo como consecuencia el endeudamiento de casi toda Europa, con problemas económicos sociales y políticos, mientras en el nuevo sistema en la URSS generaba un desarrollo explosivo de crecimiento encabezado por los obreros.

Como respuesta en los países capitalistas, con el propósito de confundir a la sociedad y utilizando la imagen exitosa de los obreros en la URSS, surge una forma de organización social y política que, con base en un nacionalismo desmedido, la agrupa de manera corporativa a través de un estado dictatorial (fuerte), en donde los trabajadores son sumados a él, pero en forma obligatoria, para beneficio exclusivo de la clase hegemónica, a través de formas de convencimiento ideológicamente poderosas.

Al escuchar la palabra fascismo es muy común que se le asocie con el movimiento político fundado en Italia por Benito Mussolini, así como la instauración de una dictadura totalitaria, y en efecto lo es, pero el fascismo es mucho más que solo un régimen militar totalitario, es una manifestación que forma parte de algunas de las varías teorías económicas burguesas que han existido en el capitalismo, siendo similares al franquismo y al nazismo.

Las teorías económicas fascistas son las más reaccionarias del capitalismo, y como ejemplo están los ideólogos alemanes del nazismo, que se esforzaban por justificar las acciones de la dictadura de los círculos militares monopolistas de la burguesía. Por eso precisamente, fue en el nacional-socialismo, donde podemos encontrar una representación del Capitalismo Monopolista de Estado, lo que ha provocado una confusión de percepción al querer asociar rasgos de socialismo, en el control de la economía por parte del estado fascista, así como la autorregulación de las empresas capitalistas por medio de los cárteles.

El control del Estado sobre las empresas privadas implicaba la concesión de subsidios a los super-monopolios y, en primer lugar, a los ocupados en la producción de armamentos con cargo al erario público; la sindicalización obligatoria; la negación de créditos a las empresas pequeñas y medianas, y la ofensiva contra el nivel de vida y los derechos de los trabajadores.

Los ideólogos fascistas lanzaron la consigna de liberar a los pequeños propietarios de la “esclavitud del interés”. Trataban de demostrar que la calamidad de los pequeños productores no se podía achacar al capitalismo como tal, sino a los prestamistas, que no tenían relación con el capital financiero.

Con el pretexto de combatir la “esclavitud del interés”, se dictaron en Alemania leyes que colocaban a los pequeños empresarios en un estado de dependencia total respecto de los monopolios. Una de ellas fue “la ley de la organización de los oficios”, de acuerdo con la cual, al frente de cada gremio se ponía a un jefe fascista; y otra, “la ley instituyendo los cárteles de la producción”.

Los ideólogos del fascismo alemán hicieron los más desesperados esfuerzos para justificar la política exterior agresiva, propagando, al efecto, la teoría del “espacio vital”, el racismo y la geopolítica. Hablaban de la superpoblación de la Tierra, de la necesidad de un “espacio vital”, y predicaban el “culto a la fuerza” en las relaciones internacionales. Bajo la influencia de la “presión demográfica”, los países “superpoblados” legitiman la política de conquista.

Lo anterior queda refutado con los hechos, pues Alemania no es el país con mayor densidad demográfica. En 1939 tenía 143 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que en Holanda había 317, en Bélgica 285 y en Puerto Rico 248.

En realidad, la causa de las guerras colonialistas radica en las relaciones de producción capitalistas, en el dominio de los monopolios. El ansia de obtener mayores ganancias, motiva a los imperialistas a desencadenar guerras y a conquistar el dominio del mundo. La militarización y las guerras constituyen una de las fuentes que garantizan las ganancias de los monopolios.

El fascismo de Mussolini, Hitler y Franco sigue estando presente en aquellos que legitiman el poder del estado burgués, sobre nuestras libertades económicas y personales, en nombre de un supuesto bienestar nacional.

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