¿Qué es la democracia?

La democracia, traducida como principio, es una actitud ante la vida. Las personas y las organizaciones que la practican, tienen en gran estima el papel decisivo de las masas trabajadoras como hacedoras de la historia.
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por Antonio Tovar León

En muchos casos, cuando se habla de democracia, no se tiene la suficiente claridad del significado de esta palabra y el interés de clase que encierra. Precisamente, al abordar el tema de la democracia, no podemos dejar de sorprendernos de la gran cantidad y variedad de definiciones y opiniones que se tienen sobre este vocablo. Así, por ejemplo, se habla de la democracia directa y la representativa; de la democracia semidirecta o participativa, la líquida, la deliberativa, la social, etcétera.

Para tener una idea clara de la democracia y para no caer en confusiones con la gran variedad de definiciones que al respecto existen debemos partir del hecho de que en las definiciones u opiniones sobre la democracia hay un interés de clase. Por consiguiente, se debe analizar minuciosamente a quién o a qué clase benefician dichas definiciones u opiniones, es decir, saber quiénes son y cómo definen e interpretan la democracia, y, sobre todo, los intereses de clase que representan o defienden.

Así, por ejemplo, los jurisconsultos e ideólogos, defensores del orden burgués, se refieren a la democracia como una estructura jurídica y un régimen político, y cuando se les cuestiona por la desigualdad económica en la sociedad, la corrupción, la pobreza de las masas trabajadoras, la impunidad de los delincuentes de cuello blanco, etcétera, justifican las acciones de legisladores, magistrados, jueces y autoridades políticas, argumentando que “no hay democracia perfecta”, pero que, sin embargo, “es el mejor sistema para la convivencia pacífica de las actuales sociedades”.

En cuanto a la raíz etimológica de la democracia, ésta proviene de los vocablos Demos (pueblo) y Kratos (poder), es decir, el poder del pueblo o gobierno del pueblo. Más específicamente, el término demos, parece haber sido una palabra nueva derivada de la fusión de los vocablos demiurgos (artesanos) y geomoros (campesinos), que según Plutarco eran, junto con los eupátridas (los nobles), las tres clases en las que Teseo dividió a la población libre del Ática, y a la que adicionalmente se agregaba a los metecos (extranjeros), las mujeres y los esclavos. De lo anterior se concluye que los artesanos y los campesinos constituían el demos (el pueblo), y, por tanto, la democracia, según Plutarco es el gobierno de los artesanos y los campesinos, quedando excluidos, tanto nobles como esclavos.

Si realizamos un recorrido histórico de las sociedades que han desfilado a lo largo de toda la civilización humana, podemos percatarnos de que, en efecto, la democracia ha estado presente en las sociedades antiguas, medias, modernas y contemporáneas, dado que la democracia es una forma de Estado. Pero, en este caso, debemos precisar a qué intereses respondía esa democracia.

En el caso concreto de Roma, que fue la civilización, junto con la griega, que dominó el mundo antiguo, la democracia estuvo presente en esa sociedad. Aunque debemos decir que esta democracia se ejerció en una sociedad esclavista, en una sociedad dividida en clases sociales y en la que había una lucha entre hombres libres y esclavos; entre plebeyos y patricios. Siendo los patricios la clase social privilegiada, la que formaba el pueblo romano, la que tomaba las decisiones, quedando excluida de la participación política la clase social de los plebeyos, y, desde luego, los esclavos, que no eran considerados como personas sino como simples instrumentos de trabajo.

Con la caída del imperio Romano de Occidente en toda Europa se instauró el sistema económico feudal, lo que significó un retroceso en el mundo civilizado de Roma y Grecia: las ciudades quedaron prácticamente arruinadas; al ser sociedades autárticas, las feudales, en la primera etapa del feudalismo, el comercio prácticamente desaparece como actividad regular; la unidad política de Roma es sustituida por un conjunto de reinos, principados, ducados, etcétera; desaparece la condición de ciudadano; el derecho romano sobrevivió, por lo menos teóricamente, en la compilación de Justiniano, con el nombre de Corpus Iuris Civilis.

Ya en la segunda etapa del feudalismo con los municipios y el florecimiento de las corporaciones (gremios) se generaron derechos locales de naturaleza consuetudinaria, propios de cada feudo o reino, derivados de los acuerdos feudales celebrados entre el señor feudal y sus vasallos, o entre aquél y los municipios o entre éstos y las corporaciones y así surgen los fueros en España, los estatutos en Italia y las costumbres en Francia.

La democracia feudal fue aristocrática, pues las decisiones y las reglas para organizar a las sociedades feudales corrían a cargo del rey y la aristocracia feudal, quedando excluidos de esta facultad el resto de la población: campesinos libres, siervos, artesanos, maestros y oficiales, comerciantes, etcétera.

Ante el caos jurídico y político de las sociedades feudales, en las dos primeras etapas del feudalismo debido al poder que tenían los señores feudales frente al rey, y que además frenaba el desarrollo económico que venían impulsando los gremios junto con los comerciantes, éstos decidieron financiar económicamente a los reyes a fin de fortalecer el poder del monarca frente a los señores feudales, y es así como nacen las monarquías absolutistas.

Pronto, las monarquías absolutistas también se convirtieron en un freno para el desarrollo económico generado con la Revolución industrial, a mediados del siglo XVIII, por lo que se hacía necesario deshacerse de dichas monarquías. Y, la burguesía se deshizo de ellas sustituyéndolas con las repúblicas democráticas o, en su caso, con las monarquías parlamentarias. Precisamente, la Revolución Francesa de 1789 fue el preludio de la caída de las monarquías absolutistas.

Enarbolando la bandera de la libertad y la igualdad, la burguesía conquistó el poder político e instauró la república democrática. Pero en estas repúblicas la democracia era burguesa, pues en sus inicios el sufragio era censitario, es decir, sólo tenían derecho a votar los industriales, los banqueros, los grandes comerciantes, los terratenientes, etcétera. Esta es la razón del porqué fue en Inglaterra, (donde se dio la Revolución Industrial) el escenario donde se libraron las primeras luchas de los trabajadores por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo y, desde luego, por conquistar el sufragio universal.

Si bien es cierto que la democracia burguesa significó un gran avance histórico frente al absolutismo y el medioevo, y que se hace necesario que los asalariados utilicen esa democracia, no se debe olvidar en ningún momento el carácter burgués de esa democracia, su carácter convencional y limitado en el plano histórico. Pues, en la república más democrática, el Estado es un instrumento de opresión y dominación de una clase sobre otra.

Pese a que la burguesía edificó el capitalismo sobre las ruinas del feudalismo, aquella engendró a sus contrarios, a sus sepultureros: el proletariado, la clase social llamada a terminar de una vez y para siempre con toda forma de dominación y explotación de una clase sobre otra.

Precisamente, con la gran Revolución Rusa de octubre de 1917, se trazó el camino que debe seguir el proletariado organizado en un partido político para poner término a todo sistema económico de explotación y opresión. Con esa revolución se creó el poder soviético, el gobierno de los trabajadores del campo y la ciudad, oponiendo la democracia proletaria a la burguesa.

La democracia históricamente ha existido en diferentes sociedades, así podemos hablar de: la democracia esclavista, la feudal, la burguesa y la proletaria. Estas democracias solo tienen razón de ser en sociedades divididas en clases sociales. En una sociedad en donde no existan las clases sociales no tendría razón de existir el Estado ni tampoco la democracia.

Para terminar, diremos que la democracia, traducida como principio, es una actitud ante la vida. Las personas y las organizaciones que la practican, tienen en gran estima el papel decisivo de las masas trabajadoras como hacedoras de la historia, en consecuencia con esto, asumen el compromiso de informarse verazmente sobre los acontecimientos trascendentes en el mundo, el país y la localidad y luchan organizadamente para transformar la realidad en beneficio de la humanidad.

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